Mucho nos ha preocupado la reciente encuesta de La Nación sobre la opinión de los costarricenses en relación con la democracia. Pregunta la encuesta : ¿cuál es la visión de la gente sobre nuestra democracia?, y los costarricenses contestan decepcionados que no creen en ella, que preferirían otro tipo de sistema.
El problema está en que el término ya no representa lo que creemos, pues nuestra democracia es cada vez menos participativa y su significado menos acorde con lo majestuoso del nombre. Casi que se limita hoy en día, a la elección del presidente de la República.
Es mentira que elegimos a los diputados, mentira que elegimos a los munícipes, mentira que elegimos a los jueces, mentira que participamos en las decisiones, mentira que participamos en decidir el rumbo del país, mentira que decidimos el curso de los dineros que se recaudan, mentira que decidimos la forma en que se distribuye ese dinero, mentira que decidimos el destino de nuestros impuestos, mentira que decidimos la forma en que funcionan nuestras instituciones, mentira que decidimos como se castiga a los corruptos, mentira, mentira, mentira mil veces mentira que somos los forjadores de nuestro destino.
Democracia a la medida. Nuestros políticos han creado una “democracia” a su medida, hecha exclusivamente para “detentar” el poder a su antojo; los que los adversan, antes que corregir estas barbaridades, las miran y se relamen, pues después vendrán ellos a utilizar las mismas leyes y las mismas leguleyadas para repetir la historia y beneficiarse del mismo sistema corrupto y blandengue que permite que al final haya impunidad total.
Tienen el descaro de crear leyes para que por los “errores” que cometan, no se los pueda perseguir nunca. Absolución eterna. Y además prohíben por ley que se divulguen los secretos políticos, so pena de cárcel; ¿y a eso pretenden llamar democracia?, ¿ y eso es lo que pretenden que el pueblo aplauda? ¡Por favor!... Este pueblo es bueno, pero no tonto. Eso no puede gustarle a nadie. No permitamos que a eso le llamen democracia porque no lo es y está muy lejos de serlo.
Todos los días oímos a los políticos decir que no hay dinero para arreglar un puente en alguno de nuestros sufridos pueblos, ni para darle presupuesto a un Ebais, ni para dar medicinas o dar plazas de médicos o enfermeras que calmen las interminables filas en la CCSS. Pero no puede faltar para gastarse, mil millones de colones diarios en consultorías que nadie sabe a quién benefician, para qué sirven, ni qué beneficio le deparan al país. ¿Y a eso le llamamos democracia?, ¿ podemos evitar que eso suceda?, ¿tenemos alguna forma de hacerlo?, ¿ Esa es nuestra democracia? ¡ Con razón que a nadie le gusta!
En todo el mundo baja el precio del petróleo, pero en Costa Rica la gasolina sube y sube para satisfacer la insaciable sed de dinero del Gobierno para hacer obra . ¿Cuál obra?, si lo único que hemos visto es dinero dilapidado en obra que no se hace o se hace mal. El dinero se gasta a manos llenas, y aunque se denuncia el robo' no aparecen los culpables ni hay nadie indiciado y mucho menos culpado. ¿Y a eso le llamamos democracia?
Esto cada vez se acerca más a una dictadura que no acepta crítica ni oposición, que no permite cambios ni críticas y cuyos objetivos son muy diferentes a los que un pueblo bueno y bien intencionado pretendía de sus gobernantes. Por supuesto que en Costa Rica nadie quiere esa “democracia”. El término ha perdido su verdadero significado.
Tenemos tantos años de oír que tenemos una verdadera democracia que estamos confundidos y creemos que nuestro sistema la representa, pero la realidad es muy diferente.
Democracia real. La democracia real según los griegos, sus creadores, es el poder del pueblo ( demos : pueblo; kratos : poder). En Costa Rica eso no es cierto, el pueblo aquí no participa en el manejo de la cosa pública , por eso la confusión provoca que la gente esté harta de este arroz con mango.
Ojalá podamos rescatar el verdadero sentido del sistema democrático algún día para que nuestra gente sienta nuevamente los beneficios que tiene y destierre para siempre a los politiquillos que la han contaminado y prostituido.
Sería muy triste que una confusión de términos pudiera llevar a un país tan lindo con una tradición tan hermosa, por los caminos de una dictadura o, peor aún, de una tiranía.
A las cosas se les debe llamar por su nombre, que es lo que se practica en la realidad. Dejemos de hablar de democracia en un país que la practica muy tangencialmente.