Durante los primeros días de abril, la prensa se encargó de proveer a la mayoría de los costarricenses información e imágenes del nuevo incendio forestal que estaba consumiendo miles de hectáreas en el Parque Nacional Palo Verde, en Guanacaste.
Pero en su afán de ver lo específico, soslayó una tremenda y muy triste realidad: el verdadero incendio que está devorando a este parque nacional –y a muchos otros del país– no puede apagarse con mangueras de alta presión, ni con el arribo de un ejército de bomberos.
El drama es otro, mucho más grave, y se llama abandono. Implica tener que trabajar con las uñas por falta de recursos, de personal, de vehículos, de torres de vigilancia, de los insumos básicos para velar por la preservación de la flora y la fauna.
El 9 y 10 de abril, cuando todavía estaban humeando las hectáreas quemadas de Palo Verde, la periodista Ávalos y el fotógrafo Mario Rojas hicieron un recorrido por el parque con la intención de levantar un “inventario” de las pérdidas ecológicas y económicas causadas por el más reciente siniestro.
Mas lo que encontraron al llegar, lo que les dijeron los guardaparques y lo que vieron con sus propios ojos, los llevó a replantear el enfoque de la información. Hoy la revista lleva en portada este reportaje que de alguna forma hace un inventario, pero de carencias.
Sin duda, el tema invita a más discusión y debate.