Ellos lo escucharon sin reclamarle. Parpadearon y optaron por quedarse callados como si el silencio fuera su apuesta para insistir. Estos dos guaymíes panameños no estaban dispuestos a dejar su suelo para devolverse con el tanque vacío a su casa, en La Palma, Sixaola.
Esperaron unos minutos, pero el policía de uniforme camuflado les habló más fuerte. “Devuélvanse. Dije que con eso no entran”. Los dos hombres amigos se vieron y en silencio acordaron volver a cruzar el puente hacia Sixaola.
Cada uno tomó el cilindro de gas y volvió a cruzar el puente lleno de tablas flojas que obliga a la gente a caminar como si jugara rayuela.
Ahora ya lo saben: se acabó la posibilidad de comprar el gas de cocina en Panamá. Se acabó la posibilidad de llenar el cilindro de 25 libras por solo $6 (¢3.000). Se acabó la posibilidad de evitar los ¢9.000 que cuesta el depósito lleno de este lado de la frontera.
“Hoy no vamos a poder cocinar”, dijo Chito, a cargo de una familia de siete personas.
“Yo solo recibo órdenes. Tenemos prohibido permitir el tránsito de tanques de gas”, dijo el policía, que se negó a identificarse.
Solo añadió que había contrabando aquí y en Paso Canoas, que muchos costarricenses cruzaban para comprar el gas subsidiado por el Gobierno de Panamá a un costo de $100 millones por año. El lunes, las autoridades panameñas detuvieron a unos comerciantes panameños en el momento en que introducían 40 cilindros a suelo tico, informó la Asociación de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia (Acodeco).
Aunque se supone que el beneficio está dirigido al uso doméstico, siempre hay aprovechados. Incluso comerciantes costarricenses mandaban a traer cilindros, contó Léster Edwards, un lugareño
No es solo el gas lo que salía más barato. Los embutidos, latas y la ropa también son más baratos con solo cruzar los 200 metros del puente tramposo. Se incluyen electrodomésticos y todos los productos habituales de las tiendas libres de impuestos que llaman a comprar con
“Vale la pena esto de ir a comprar a otro país. La carne allá vale el doble que aquí”, agregó Edwards, que tampoco suele devolverse con las manos vacías. A veces en Panamá le piden llevar leche costarricense, pañales, frijoles o aceite de girasol, más baratos en el lado tico.
Salvo la nueva prohibición para el caso del gas de cocina, las demás mercancías van y vienen por el puente centenario con el permiso de los policías ticos y panameños.
“Solo a veces que uno lleva mucho sí se ponen en estupideces”, criticó Carlos, un soldador de madre tica y padre panameño que este viernes condujo 40 minutos desde Almirante hasta Guabito para cruzar caminando el puente y comprar en Costa Rica pañales, leche en polvo, mantequilla y aceite.
Todo eso pasa por el puente colgando de los dedos o los hombros de ticos, panameños y tico-panameños imposibles de identificar a simple vista.
Solo los policías habituales saben ya quienes son de dónde y su domicilio porque todos los días los ven sobrevivir al puente por el cual ya no pasan carros ni camiones. Estos cruzan desde hace un mes por el nuevo
Salvo los tanques de gas, las mercancías siguen pasando a pequeña escala por los tablones flojos, medio atornillados a los rieles y durmientes del puente ferroviario que construyeron en el 1908. Ya ni tren, ni carros... ni gas.