Hace algún tiempo, el comediante Sacha Baron Cohen decidió hacer una película, en la cual Kazakhstan era el país protagonista, retratado como un país exótico, primitivo e ignorante. Como comedia la película fue un éxito. Para Kazakhstan, el último país en independizarse de la Unión Soviética (en 1991), era un desastre de imagen. Tanto que fue tema de agenda en una reunión efectuada entre el presidente de los Estados Unidos de entonces, George Bush, y el presidente de Kazakhstan, y de una campaña publicitaria, “El corazón de Eurasia”.
Recientemente tuve la oportunidad de compartir con una pareja de canadienses, en ruta hacia su país de origen, Kazakhstan, para asistir a una boda. “¡No le hagacaso a las tonteras de Baron Cohen!” me advirtieron, pero no era necesario.
Ellos mismos, mis amigos kazakhstanos, mostraban ser muy educados, y parecían tener buenos ingresos. Asimismo, las noticias dispersas que me llegaban por muy diferentes medios narraban una historia diferente. La de una rica kazakhstana, casada con un noble inglés con aún mayor riqueza. La del reciente lanzamiento de un satélite –de carácter privado –para servir de base a las comunicaciones inalámbricas de Internet. La de la posibilidad de viajar por vía aérea en pocas horas desde Londres, signo seguro de un vibrante intercambio económico.
Pero ¿dónde queda Kazakhstan? Limítrofe con Uzbekistán, Rusia, China, y otros países del Asia Central, es un país rico en minerales y petróleo, y el mayor productor de uranio del mundo. En los 6.000 kilómetros cuadrados que le alquila a Rusia, se llevan a cabo los lanzamientos de la estación espacial entre otros, y fue allí donde partió el primer hombre al espacio. La educación es obligatoria hasta la secundaria. Y también que su prestigio internacional va en aumento, gracias a una política exterior denominada “multivectorial”, aunada a los frecuentes encuentros entre el presidente de los Estados Unidos y su contraparte kazakhstana.
¡Qué ganas de conocer ese interesante país, que parece tan lejano e inaccesible! Así aprendí de su geografía esteparia, de su clima continental (veranos calientes e inviernos fríos), y que su capital es Astaná, pero que anteriormente había sido Almaty: la ciudad más populosa del país, que antes se denominaba Alma-Ata.
Recién entonces me acordé de aquel famoso viaje que hice a la Unión Soviética en 1969, como representante de Costa Rica ante la reunión de las Naciones Unidas en Tashkent. Entre las varias excursiones que hicimos fuimos a Alma-Ata, donde nos agasajaron con un almuerzo, que recuerdo lleno de flores, así como las agradables sonrisas de nuestros anfitriones, de ojos achinados y cabellos lustrosos y renegridos. Quién iba a pensar entonces en lo que sería el destino de aquella parte del Soviet.
Bueno, al menos puedo viajar a Kazakhstan en alas del recuerdo.