El vendaval de la campaña política pasó, pero el Movimiento Libertario sigue agitado por pugnas internas en torno a deudas pendientes, finanzas bajo investigación del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) y cambios ideológicos.
Estos son algunos de los dilemas que señalan exdirigentes libertarios, unos dedicados a la revisión de estrategias para “la recuperación del norte”, y otro que recientemente se apartó de la agrupación tras cuestionar el manejo financiero.
Frente a estas preocupaciones, Otto Guevara, presidente y excandidato presidencial, minimiza los síntomas.
“No hay ningún tipo de crisis. Un partido político que sacó 400.000 votos, que tiene miles de dirigentes en el país (') por el hecho de que se vayan una, dos o tres o cuatro personas (...) realmente pasa en todos los partidos políticos”, manifestó.
Es distinta la visión de compañeros de lucha de Guevara, como el exdiputado y también excandidato presidencial Federico Malavassi, así como el exlegislador Carlos Salazar. Para uno hay una “pequeña crisis” y otro lo ve como un “período de ajustes y reacomodos”.
“Sí hay una pequeña crisis. Se origina en el hecho de que se armó un tinglado para la campaña y los resultados no fueron los deseados. No funcionó bien el asunto, se gastó más dinero de lo que se debió, el partido quedó endeudado y hubo desplazamientos de grupos y entonces, pasadas las elecciones, vienen las recriminaciones”, dijo Malavassi.
Salazar añade que hay alguna confusión ideológica y urge aclarar las tesis. “Que la casa sea de puertas abiertas es bueno, pero no por eso tiene que abrir las puertas de todos sus cuartos”, dijo.
Dentro de este grupo de reflexión también está Mario Quirós, otro exdiputado y compañero de fórmula de Guevara.
Señaló que lo que él ve es a “muchas personas expresando juicios sobre cómo debe llevarse el partido” y eso revela que es tiempo de llamar a un congreso ideológico.
Quirós se escucha más determinante cuando habla de su desacuerdo con el llamado “pacto de gobernabilidad” firmado con Liberación Nacional a finales de abril.
Mediante este acuerdo, las fracciones se comprometieron a impulsar proyectos y transaron votos para puestos en el directorio y las distintas comisiones legislativas.
Guevara lo ve como una forma de cumplir, “en lo que se puede”, su programa de gobierno con los nueve diputados que tiene en la Asamblea Legislativa.
Ahora son los partidarios los que buscan claridad pues es un hecho que los ¢3.105 millones a los que tienen derecho por contribución estatal no serán suficientes para respaldar la emisión de bonos cercana a los ¢4.000 millones. Además, hay una deuda pendiente con el propio excandidato presidencial.
Uno de los que exigió explicaciones fue el exasambleísta y amigo personal de Guevara, Wálter Farah, quien en abril comenzó a solicitar mediante correos electrónicos –que remitió a muchos partidarios– el detalle de los préstamos, colocación de bonos y donaciones.
Sus peticiones abrieron un debate que se cerró el 25 de mayo con la renuncia de Farah al partido.
“Durante mucho tiempo fui una de las personas más cercanas y leales del presidente del Partido. Desde octubre pasado consideré que su liderazgo debía llegar a su fin”, escribió en esa fecha.
Para la secretaria del Comité Ejecutivo y legisladora, Patricia Pérez, los reclamos de Farah tienen que ver más con “problemas personales” que con el partido.