Una princesa egipcia pudo haber pospuesto su momificación de haber reducido su consumo de calorías y de haberse ejercitado más, afirman expertos médicos.
Conocida como Ahmose Meryet Amon, la princesa vivió hace 3.500 años y murió cuando tenía entre 40 y 50 años. Fue sepultada en el templo mortuorio real Deir el-Bahri, en la margen occidental el río Nilo, del otro lado de la ciudad de Luxor.
El cuerpo momificado se exhibe actualmente, junto a otros, en el Museo Egipcio de El Cairo.
Escaneos digitales recientes de las 52 momias del Museo revelaron que casi la mitad tenía las arterías obstruidas, incluyendo a la princesa. De hecho, ahora es la paciente más antigua que se conoce con aterosclerosis coronaria, condición causada por acumulación de placa en las arterias, lo que puede llevar a una embolia o ataque cardíaco.
Ahmose Meryet Amon – “Hija de la Luna, Amada de Amun”– tenía bloqueadas cinco arterias principales, incluyendo las que llevan sangre al cerebro y el corazón, dijo Gregory Thomas, quien es el codirector del estudio y profesor de cardiología de la Universidad de California, en Irvine.
“Si la princesa se subiera a una máquina del tiempo y me viniera a ver ahora, le diría que redujera las grasas, que se ejercitase mucho, y después la programaría para una cirugía de corazón. Necesitaría un baipás doble”, señaló Thomas.
Tiempos de pan y miel. Pese a que a las momias les extrajeron el corazón antes de sepultarlas, las tomografías axiales computarizadas revelaron depósitos de calcio en otras partes de su cuerpo que indicaron daños arteriales.
Sin embargo, no se pudo confirmar que alguna de las momias hubiera muerto por enfermedad cardíaca, dado que la mayoría de sus órganos estaban ausentes o se habían desintegrado.
Sin embargo, un texto médico que data de cuando vivía la princesa (entre 1550 y 1580 a. C.) describe el dolor en el brazo y el pecho que precede a un ataque cardíaco.
“En general, las arterias bloqueadas y los ataques cardíacos son riesgos a la salud que asociamos con el estilo de vida y dieta de la actualidad, no con la de los antiguos egipcios”, manifestó Michael Miyamoto, coautor del estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, en San Diego.
“Carecían de muchos de los factores de riesgo que consideramos importantes en el desarrollo de aterosclerosis en poblaciones modernas, principalmente tabaquismo, altos niveles de diabetes y obesidad, y alimentos ricos en grasas trans”, acotó Miyamoto.
Como hija del faraón Sequenenre Tao II, la princesa –al igual que las otras momias examinadas– pertenecía a la élite. Eso significa que posiblemente eran más propensas a enfermedades cardíacas.
“Dado que pertenecían a la élite, presumiblemente llevaban vidas más cómodas, eran más sedentarios y también –tal vez lo más importante tenían acceso a alimentos densos en calorías, particularmente carnes”, dijo Miyamoto.
Adel Allam, coautor del estudio y profesor de cardiología en Universidad Al Azhar, en Egipto, comentó que la princesa vivió durante un periodo próspero de la historia egipcia.
“Aun la gente más pobre comía mucho cerdo, y el pan comenzó a mezclarse con miel”, explicó. “Si la gente ordinaria de ese entonces efectivamente recibía muchos carbohidratos y grasas en sus dietas, entonces por supuesto la élite debió haber tenido alimentos incluso menos sanos”, consideró.
¿El daño en las arterias era de familia? Posiblemente. Respaldando la dieta como factor contribuyente, los investigadores habían encontrado ciertos indicios de diabetes entre los antiguos egipcios, condición muchas veces asociada con la obesidad.
También, papiros egipcios de médicos antiguos hacen referencia a síntomas de diabetes.
Sin embargo, aunque la grasa corporal no se preservó en las momias, hay indicios de que Ahmose Meryet Amon probablemente era pequeña.
Es más, el equipo sospecha de otro factor que pudo haber contribuido a su enfermedad. “En su familia hubo otras reinas y princesas con aterosclerosis, así que no se puede excluir un elemento genético”, consideró Adel Allam, cardiólogo y coautor del estudio.
El estudio sugiere que la genética pudo haber tenido más importancia de la pensada en la aterosclerosis, y las momias podrían encerrar pistas sobre qué factores genéticos participan.
Otra posibilidad es que la aterosclerosis puede presentarse por una inflamación crónica causada por la respuesta del sistema inmunológico a una infección, lo que a su vez puede llevar a inflamación en las paredes de los vasos sanguíneos. “Se sabía que la princesa sufría de artritis e inflamación de articulaciones”, precisó Allam.“También, tenía severas enfermedades dentales, que es otra fuente de inflamación”, dijo.
El equipo está estudiando con mayor detalle un total de 72 momias para investigar las relaciones genéticas individuales; los indicios de otros problemas de salud, incluyendo artritis y cáncer, y si sus huesos pueden revelar cuán activas eran.
Los descubrimientos más recientes se publicaron en la emisión de abril de la revista del Colegio Estadounidense de Cardiología que se titula Imagenología cardiovascular .