El terremoto del 5 de setiembre del 2012 provocó movimientos muy fuertes cerca de la zona epicentral y se registraron aceleraciones que alcanzaron, e incluso superaron, los valores que son utilizados para el diseño de las estructuras. A pesar de la intensidad del movimiento, no se produjo la cantidad de daños estructurales graves ni colapsos de edificaciones que estamos acostumbrados a observar en otros países cuando ocurren sismos con magnitud similar a este.
Entre otras causas de la ausencia masiva de daños, se puede reconocer la visión de las autoridades, que hace más de un siglo prohibieron la utilización de algunos materiales que no tienen un buen comportamiento ante los sismos, y la buena práctica de construcción que se ha desarrollado como parte de nuestra cultura. Esta práctica ha seguido las directrices del Código Sísmico, que ha actualizado desde 1974 las normas que rigen el diseño sismorresistente de las estructuras de edificios y viviendas.
Entre los objetivos del Código están proteger la integridad física de las personas, reducir los daños materiales y minimizar el impacto social y económico ante terremotos. No solo se establecen requisitos de seguridad estructural, sino que también se presenta un capítulo dedicado a los elementos no estructurales que, cuando sufren daños, por lo general impiden la utilización de las edificaciones y el cumplimiento normal de las actividades.
En el caso de edificaciones esenciales, como hospitales, aeropuertos, etc., los objetivos de desempeño incluyen, además de proteger la vida de los ocupantes y transeúntes, minimizar la ocurrencia de daños en la estructura y en aquellos componentes y sistemas no estructurales capaces de interrumpir seriamente los servicios y funciones propios de la edificación.
El tema de la prevención de daños en paredes secundarias, cielos, ventanas, sistemas electromecánicos y otros elementos no estructurales fueron incluidos en el Código Sísmico de 1986 y se han actualizado en las versiones de 2002 y 2010. Desde entonces se establece que, cuando exista interacción entre los componentes no estructurales con el sistema estructural, la fuerza y las deformaciones que esa interacción produzca deben ser consideradas en el diseño de ambos. Es responsabilidad de los arquitectos, ingenieros estructurales e ingenie- ros electromecánicos solucionar los detalles respectivos.
Hay que tomar en cuenta que las edificaciones ubicadas en el área metropolitana, debido a que la zona epicentral se ubica a más de 100 km, fueron sometidas a una sacudida sísmica moderada, por lo que sufrieron daños leves o ninguno; no podemos decir que ya pasaron la prueba y que su comportamiento ante futuros sismos está garantizado. Muchos edificios existentes fueron construidos sin las condiciones que establece la buena práctica actual y conviene que su estructura sea analizada para determinar si son capaces de soportar adecuadamente un sismo fuerte.
Desde el año 2002, el Código Sísmico incluye un capítulo dedicado al diagnóstico y la adecuación sísmica de edificaciones existentes, que establece los requisitos para determinar la vulnerabilidad de las edificaciones y cómo realizar las modificaciones de la estructura para mejorar su desempeño ante los sismos.
Una prevención realmente efectiva incluye examinar las condiciones que tienen las edificaciones de nuestro país. Muchas instituciones han dado el paso de realizar los estudios de diagnóstico de sus edificios y en muchos casos se han realizado los trabajos de construcción de los reforzamientos. Al realizar el diagnóstico, el diseño del reforzamiento y la construcción correspondiente, se podrá obtener un mejor desempeño de nuestras edificaciones, de manera que en el futuro podamos seguir enfrentando terremotos con daños limitados.
Roy Acuña Prado. Presidente, Comisión Permanente de Estudio y Revisión del Código Sísmico de Costa Rica