Expreso mi gratitud a Steven Spielberg, por su Lincoln cinematográfico: poderosa insinuación, más que mostración, con esa mano negra que atiende, ese saludo protocolar entre contrincantes, el esposo que la ayuda a ella a quitarse el corsé, ese campo después de la batalla (me hizo pensar en Waterloo, en mi tierra). Nada de show violento porque sí, nada de sexualidad barata, nada de necrofilia en torno a un cadáver.... Nos obliga a pensar más allá; nos quedan ganas de saber más sobre ese discurso de Gettisburg y sobre el general Grant...
Mas con esa magistral actuación, nos llega un Lincoln humano, muy trabajador, que sufre, sabe comunicarse con la gente; que capta el momento histórico con luchas que vienen de antes (no solo en Estados Unidos), pero que al mismo tiempo se proyecta en el futuro: Obama es consecuencia de Lincoln; la real igualdad y equidad hombre-mujer no la hemos conseguido todavía, pero vamos progresando. Decía el Lincoln de carne y hueso que “lo mejor del futuro es que solo llega un día a la vez”.
La calidad artística de la obra va mucho más allá del apremiante mundo de premios en Hollywood. Aquí: no nos quedemos con “Lincoln” solo como un mall '
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