Para estudiar a los felinos que viven en la península de Osa, los investigadores de la organización Yaguará colocaron una serie de cámaras trampa que les permiten fotografiar a estos animales en su entorno natural, en ausencia de seres humanos y sin que se den cuenta, como si de una “cámara escondida” se tratara.
Identificaron un lugar que, según sospechaban, era utilizado por manigordos ( Leopardus pardalis ) como letrina.
Cuando descargaron y analizaron las primeras imágenes, se dieron cuenta de que los manigordos sí utilizaban ese lugar para depositar sus excretas. En la sucesión de imágenes se constató que el primero en llegar fue el macho y, al día siguiente, la hembra.
Una vez que estos se fueron, la cámara captó una serie de imágenes que les sorprendió.
Pizotes, ratas espinosas, tolomucos, mapaches, osos hormigueros y tepezcuintles también visitaron esa letrina. “Lo más curioso es que varios pueden ser presa de ese felino”, comentó Adolfo Artavia, uno de los científicos de Yaguará.
Olorosos mensajes. En el 2007 los investigadores colocaron una red de 134 estaciones de monitoreo en la parte sureste de la península, cada una equipada con dos cámaras trampa que se disponen a una altura de 40-50 centímetros del suelo.
Las cámaras que se encuentran en las letrinas son más rápidas que las que se utilizan en los senderos porque son infrarrojas y tienen la capacidad de tomar fotografías cada dos segundos. Asimismo, cuentan con un sensor de calor en movimiento que percibe la presencia del animal y así es como se acciona el disparador.
En este sentido, el análisis se concentró en las imágenes captadas desde el 2007 hasta el 2009 –en lapsos de entre 35 días y 11 meses– por las cámaras trampa situadas en cuatro letrinas al sureste de la península. En total, se identificaron siete manigordos adultos: cinco machos y dos hembras.
“Una de las letrinas fue utilizada en un 75% por ocelotes (manigordos), mientras que las otras tenían un menor uso”, detallaron los investigadores en el artículo científico publicado en Mesoamericana , revista oficial de la Sociedad Mesoamericana para la Biología y la Conservación.
“En todas las letrinas se observa a los ocelotes orinando o defecando, al mismo tiempo que olfatean los olores de otros individuos. Una de las letrinas fue visitada por dos machos y dos hembras, mientras que las otras por solo dos individuos”, señaló Aida Bustamante, investigadora y autora del estudio.
Los manigordos se comunican a través del olor que puede venir en forma de excretas, marcas en el suelo o los árboles. Eso les dice el sexo del animal y si este era un individuo dominante, entre otros.
Usan las letrinas para enviar los mensajes porque, si los dejan en un sendero, podría propiciar su muerte ante la posibilidad de enfrentamiento con un puma o jaguar.
In fraganti. Aparte de los manigordos, otras 13 especies visitaron estas letrinas.
“Nos parecía raro que otras especies, que son presa para el felino, llegaran a las letrinas”, dijo Bustamante, y agregó: “Después nos dimos cuenta de que las presas no llegaban a orinar ni a hacer nada. Llegaban a comerse las excretas o a embarrarse de la orina y las heces, lo que nos hace pensar que eso les funciona como algún tipo de camuflaje para despistar al depredador, pero no sabemos si son capaces de distinguir entre el olor del macho y la hembra de manigordo a la hora de hacer estas cosas”.