“Morir a sus pies”
“En aquella década de mi juventud, caminaba por el centro de San José con una amiga. Pasamos por la esquina de la antigua Radio Monumental, y unos oficiales de tránsito estaban sentados en unos banquillos. Uno se levantó y nos dijo: ‘Pasen con cuidado, aquí matan’. Yo me detuve un instante y le contesté: ‘Muriendo a sus pies, no importa’. Era muy guapo y me sonrió”.
Ivette Hernández, San Isidro de Heredia
“La ladrona”
“Un día, al salir de casa con mis tres hijas, pasaba un joven que las miró y les dijo: ‘Su mamá debería estar en la cárcel por ladrona... se robó toda la belleza del mundo y la depositó en sus hijas’”.
Ana Vargas, Tibás
“El ángel”
“Caminaba yo en un centro comercial y un muchacho se me acercó y me dijo que si podría darle una moneda para el teléfono público. Como se veía bien vestido, me pareció que tal vez estaba en apuros y decidí ayudarlo. Cuando le ofrecí la moneda, con ademán de rechazarlo me dijo: ‘Es que mi mamá me dijo que la llamara cuando viera a un ángel’. Me pareció muy dulce y educado”.
Marielos Barquero
“Entre dos ladrones”
“Mi esposa es una mujer linda, de busto hermoso. Cuando estaba joven, un día andaba con una blusa escotada y usaba una cadenita con un Cristo. En eso, pasó un señor y le dijo: ‘Huy mamita, quién fuera Cristo para estar entre esos dos ladrones’”.
Alejandro Guillén Martínez
“Taxi gratis”
“Una mañana, me dirigía a mi trabajo a eso de las 6:30 a.m. y un taxista que iba pasando me gritó: ‘Hoy los taxis son gratis’. No pude evitar reirme, si supiera que vivo lejos del centro de Alajuela, no me lo hubiera dicho”.
Lizeth González Rojas, Alajuela
“La estrella”
“En una ocasión, un amigo me escribió en un mensaje de texto: ‘Para mí, tu carita es la más linda del cielo... Porque sí, eres una estrella con carita de ángel atrapada en un bello cuerpo humano’. Es el mejor piropo que me han dicho”.
Diana Calderón, Aserrí