“El 8 de noviembre pasado, al abordar un taxi en la mañana, el señor que lo manejaba me pregunta cuando me subo, y luego de darme los buenos días: ‘¿Usted sabe cómo le dicen en México a las mujeres como usted cuando visten de negro?’ Le contesto que no lo sé. Entonces, muy serio, me dice: ‘En el cielo se murió algún ángel porque la Virgen anda de luto’. Es un piropo que nunca había escuchado pero es también el más bonito que me han dicho”.
“Siendo una joven de 17 años, antes se acostumbraba pasear en la avenida principal de Turrialba los domingos en la noche. Los jóvenes para un lado y las señoritas hacia el lado contrario, para verse las caras. Las mamás se sentaban en los llamados poyitos a cuidar a sus hijas. Un domingo, cuando mi mamá y yo íbamos para la casa, un muchacho, humilde, campesino, me dijo: ‘¿No dicen que en la tierra no cabe una estrella?’. ¡Fue tan lindo ese piropo que hoy, a mis 70 años, no lo he olvidado!”.
“Una mañana, iba con prisa rumbo a mi trabajo y, en dirección a mí, venía un anciano con bastón. Al toparnos, se detuvo y me dijo: ‘¡Me morí...!’ Yo me asusté porque pensé que le pasaba algo, pero él sonrió y me dijo: ‘¡Y estoy en el cielo! Si no, se están cayendo los ángeles y cayó uno a mis pies...’ No pude evitar sonreír, a lo que él replicó: ‘¡Y me regala además la luz de su sonrisa!’”.
“Iba caminando, vestido con un
“¡Qué buen aserradero tiene; vea qué par de tucas!”, me gritaron una mañana mientras iba caminando”.