El Gobierno debe reconocer que la aprobación del proyecto fiscal es difícil. En primer lugar, a pesar de que Costa Rica clama por el desarrollo sostenible y la calidad de vida generalizada, el Gobierno no ha dado a conocer su plan estratégico ni los costos para implementarlo. No basta que el vicepresidente cuantifique la inversión en infraestructura relacionada con el crecimiento económico, porque si bien ese es uno de los pilares del desarrollo por las fuentes de empleo que genera, faltan otros pilares quizás más importantes, necesarios para disminuir la brecha económico-social y garantizar oportunidades a todos los ciudadanos.
Hablo de la educación que requiere mayor calidad, de la calificación para el trabajo, de la producción limpia, de la salud que demanda cirugía mayor, de la seguridad... Apreciamos las explicaciones que dio la ministra de Planificación al renunciar a su cargo, pero lamento que no acudiera directamente al Estado de la Nación en Desarrollo Sostenible , para procurarse un diagnóstico certero que le habría permitido plantear la agenda estratégica para implementar las prioridades.
Por otro lado, no vemos esfuerzo alguno de parte del Gobierno para llevar a cabo la reforma integral del Estado. Hablo de la carencia de idoneidad de algunos altos jerarcas, de las asesorías multimillonarias, del clientelismo político con que se nombran los burócratas, de las negociaciones espúreas con los gremios, de las convenciones colectivas abusivas, de las contrataciones irregulares pero permitidas por la Contralora de la República... Todo ello, requiere reformas legales que la presidenta no quiso apoyar cuando fue diputada, y que hoy requieren de un compromiso generalizado ineludible. ¿A cuánto ascendería el costo de un sector público alineado con una agenda de implementación estratégica del desarrollo sostenible?
Tampoco ha estimado con claridad el Gobierno cuánto dinero debería de estar recaudando si en efecto todos cumpliéramos con nuestro deber solidario como contribuyentes. A cuánto asciende la gran evasión y quienes son los evasores? Es la falta de decisión y de información sobre estos temas lo que nos pone a dudar sobre la conveniencia del proyecto fiscal.
Sin plan estratégico cuantificado, con las prioridades establecidas; si el Gobierno no lleva a cabo una acuciosa recaudación; si no lleva a cabo una reforma integral del Estado, sino que piensa patear la bola para adelante, sumiéndonos mañana en mayores problemas fiscales, ¿para qué se necesitan más impuestos?
La verdad, no nos gusta firmar cheques en blanco para seguir con la fiesta.