¡Todo un pararrayos humano!

“Creo que estoy protegido de una forma especial. Generalmente, las personas a las que les cae un trueno mueren, pero mi cuerpo parece aceptar esa fuerza divina, aunque quede mal”, razonó el agricultor.

El veterano campesino contó que en su casa han caído 15 rayos en los últimos dos años, pero las descargas que lo afectaron directamente sucedieron entre 1982 y 1991.

La primera vez, él iba a bordo de un tractor. “Me perforó los tímpanos, me quemó el pelo y la espalda, me arrancó las amalgamas de las calzas en las muelas”, describió Márquez, para contar que esto se repitió cuatro veces más, entre 1987 y 1991.

Ya con la tercera descarga no perdió el conocimiento, dice, pero sí sintió dolor y malestar en las articulaciones y las vías respiratorias. “Si eso es un récord, no tengo ningún deseo de superarlo”, bromeó. AFP