Cuando don Thelmo Vargas, a quien leo por ser sin duda un hombre culto y de buen estilo, publicó su apología sobre el TEA Party de los Estados Unidos (Página Quince, 15/08/11), me quedé esperando a que alguien lo refutara en un par de enredillos. Al ver que nadie asumió dicha tarea, la emprendo.
Escribió don Thelmo: “Los miembros del TEA Party son radicales (llaman pan al pan, vino al vino y chicha a la chicha) y no están dispuestos a permitir que el déficit fiscal se reduzca elevando impuestos, pues eso daría luz verde a un estado más grande”.
Por un lado, está el dogma liberal clásico de no querer ni más Estado ni más impuestos –y allá los más vulnerables que vayan a ver cómo se apañan–. Sin embargo, eso no es lo perturbador.
Lo verdaderamente desconcertante, a mi parecer, es ver la afirmación de que el TEA Party llama a las cosas por su nombre, como si este movimiento tuviera algo de ejemplar.
Entre los principales militantes del TEA Party figuran políticos y militantes que niegan y reniegan de la Teoría de la Evolución, y antes que a Darwin o a la ciencia, prefieren el creacionismo como enseñanza verdadera y única del origen de la humanidad.
Mientras los principales científicos del mundo entero alertan sobre los peligros del cambio climático y del calentamiento global como un fenómeno provocado por la actividad humana que está provocando la extinción de especies y destrucción de ecosistemas, problemas de alimentación para la población mundial y aumento en el nivel de los océanos, solo por mencionar algunos, el TEA Party decide guardar la evidencia en la gaveta y decir que tal cosa no existe.
O como lo pone la congresista Michele Bachmann, baluarte de los TEA, el calentamiento global es “un mito” o, a lo sumo, “un inofensivo producto de la naturaleza”.
También proclaman que el presidente Obama es un socialista, pero no un socialista al estilo de Rodríguez Zapatero, no. Uno de la misma talla y corte que Lenin, solo le falta la barba para ser Marx.
Hechos distorsionados. Esto, a mi parecer, no es llamar a las cosas por su nombre. Como declaró el senador demócrata Daniel Patrick Moynihan en la revista Time : “everybody is entitled to their own opinion but not to their own facts” (todo el mundo tiene derecho a su propia opinión, pero no a sus propios hechos).
El análisis de Time califica como “secuestro a los Estados Unidos” lo hecho por el TEA Party en el Congreso en relación con la votación sobre la deuda de ese país, y auguraba un incremento radical en la desigualdad entre ricos y pobres en los Estados Unidos.
La humanidad vive una época dónde la razón y la decencia no se pueden dar el lujo de quedarse callados frente a estos entuertos. La verdad basada en la discusión, la razón y sobre todo en los hechos, debe prevalecer.
Nuestro pequeño país no es ajeno a estas manifestaciones. Un político muy popular, del movimiento al que don Thelmo es afín –en razón de la ideología liberal, no así por las prácticas– encontró allá por mediados de 2009, justo antes de entrar en campaña, que dejaba muchos réditos políticos y popularidad atacar al partido de gobierno de corrupto y acusarlo de casos desde los setenta hasta el día de hoy.
Una buena estrategia de palabras, basada bastante en hechos, que sin duda lo ayudó a crecer en esa contienda electoral.
Pero ahora nos cae la sorpresa que don Otto Guevara, quien se quiso convertir en el zar anticorrupción en esa campaña, hizo su agosto electoral, se contrató a sí mismo como proveedor y productor cinematográfico de su campaña, y ahora resulta que hasta su partido generó charlas fantasmas con listas de asistencia hechizas –seguro hablaron del TEA Party en esas conferencias– que también cobraron al Tribunal Supremo de Elecciones. ¿Es el señor Guevara el buen aliado de fiar?
Los gringos también tienen una expresión muy bonita: “let's set the record straight” (algo como: vamos a dejar las cosas claras). En Costa Rica muchos le llaman al pan, vino, y a la cerveza, chicha, y les conviene que estas cosas no se recuerden porque así es más fácil “agarrar a la gente de maje”.