El libro Terminología feminista se ocupa de las definiciones de 213 vocablos, pero dista mucho de ser un simple diccionario. La autora selecciona cuidadosamente las palabras de acuerdo a su relevancia tanto en la construcción como en la deconstrucción de las asimetrías entre los sexos.
Es decir, la autora incluye vocablos claves que afirman la dominación masculina, pero también aquellos que han sido creados o redimensionados para subvertirla, particularmente a partir de las luchas de las mujeres organizadas políticamente.
En cada vocablo se rastrea el poder que habita en las palabras y que –aludiendo a la fuerza de la costumbre, la religión o la naturaleza– se presenta en ellas como verdad aséptica.
La labor de la desconstrucción realizada sucesivamente, con cada uno de los términos, evidencia los falsos fundamentos sobre los que se ha asentado, a través de los tiempos, lo que la autora denomina la “difamación” a que hemos sido sometidas constantemente las mujeres.
Otros han hablado por nosotras inventándonos y reiventándonos una y otra vez, en la amplia diversidad textual que compone el universo simbólico.
El profuso conocimiento de que hace gala Yadira Calvo en los campos de la literatura universal, la historia, el derecho y el psicoanálisis, la facultan para realizar un estudio hermenéutico de los términos, dimensionando su proceso de construcción y reinvención en perspectiva histórica; extrayendo sus significaciones desde distantes pasados; mostrando sus potencialidades modeladoras de los grupos humanos, en particular, pero no por ello exclusivamente, desde la óptica de los sexos.
En cada uno de los vocablos, la autora profundiza tanto en sus significaciones históricas como en el pródigo capital cultural con el que cuentan nuestras sociedades para penetrar en el lenguaje y revertir sus significaciones.
Terminología feminista explora la gestación de las palabras; los procesos que las llevan a adquirir nuevas significaciones; las estrategias mediante las cuales el lenguaje se convierte en espacio de resistencia, pero también de adaptación en cuanto sus significaciones se transmutan al contacto con la experiencia humana.
Con su vasta experiencia en los estudios de género, y en cada una de las páginas de este libro, Yadira Calvo invita a adoptar una actitud de sospecha frente a aquellas verdades absolutas, creadoras de cárceles identitarias.
Este libro es significativo para quienes se dedican al estudio de los géneros pues la disección que la autora realiza del lenguaje permite apreciar la violencia implícita en las palabras y las formas particulares en la que esta se ha reproducido a través de los siglos.
Una vez que hemos hurgado en sus páginas, la aparente inocencia del lenguaje se nos transmuta en sospecha.
Entonces nos lleva a preguntarnos cómo el poder de la enunciación se ha metido hasta el fondo de nuestra subjetividad, delineando espacios identitarios: algunos indeseados, otros amados, pero, al fin y al cabo' impuestos.
¿Hasta dónde, a partir de la reflexión subjetiva abierta por el feminismo, hemos logrado escapar de esos estereotipos que desde el poder nos definen?
¿Cómo podemos encontrar una vía de ingreso en los espacios perturbadores de nuestra subjetividad que logre sustituir la destructiva culpa por una productiva reflexión?
Esas experiencias de la vida, de nuestro ser, que nos resultan poco gratificantes, ¿son un simple producto de nuestras decisiones erróneas o más bien responden a adaptaciones condicionadas por discursividades de subordinación?
Tales preguntas son hilos conductores de este original texto, atento a mostrar –junto con el rostro adusto del poder–, los múltiples puntos de fuga que ofrece la dimensión simbólica en la que se desarrolla nuestro universo vital.
En el trabajo de Yadira Calvo, el lenguaje es susceptible de ser permeado por nuevas discursividades reflexivas orientadas a romper las ataduras de las obligadas mismidades. Según el pensamiento de Michel Foucault, la palabra violenta inevitable y consistentemente el mundo.
La lectura de este texto nos lleva a concluir que la palabra también está llamada a ejercer una violencia creadora, regeneradora en nuestras subjetividades, una vez que develamos la fragilidad que esconden los valores absolutos de la modernidad.