20/12/2012. Ricardo "Chino" Morales inaugura su exposicin de pinturas al leo sobre tela en la Galera Nacional en el Museo de los Nios, TARDE. Foto Abelardo Fonseca (Abelardo Fonseca)
Ricardo Morales inició su carrera profesional hace 50 años, y no sabía que la labor de pintor lo transformaría en trotamundos. Apasionado observador, Chino Morales ha detallado y transformado paisajes en sus lienzos, por décadas, y ahora festeja su trayectoria en la Galería Nacional.
Con 21 óleos sobre tela de años recientes, dedicados al paisaje y a la familia, Morales inaugura El final de una aventura . Conversamos con este artista, nacido en 1935, sobre su obra y su experiencia.
Brumoso inicio. ¿Cómo llegó el Chino Morales al arte? “En 1955 yo era cadete en la Escuela Militar de Guadalupe. Un comandante de la escuela nos invitó a participar en la guerra; había un fuerte problema con Nicaragua por el viejo Somoza. Terminó la invasión y, pasando por el Teatro Nacional, vi a algunas personas pintando: eran de la Casa del Artista”.
“La Casa del Artista se fundó en 1951, y yo entré en 1956. Fui a preguntar a la secretaria qué enseñaban allí, y me dijo que pintura, escultura, pastel... Detrás de mí venía otro compañero: Antonio Arroyo. Nos matriculamos y nos graduamos en 1960”.
“Todos los profesores de Bellas Artes hacían sus primeras armas dando clases allí”, recuerda Morales. Destaca las enseñanzas de Dinorah Bolandi, John Portuguez, Hortensia Fernández y Paco Amighetti, entre otros que trabajaban en el proyecto de Olga Espinach (“una persona de gran corazón”, añade).
El final de una aventura se inauguró el jueves 20 de diciembre. Exactamente cincuenta años antes, Ricardo Morales exhibió su obra al público por primera vez. Tres cuadros en el café del Teatro Nacional iniciaron una carrera dilatada y que llevó al pintor a exponer en España, los Estados Unidos, el Reino Unido y otros países.
“Fue un éxito porque vendí los tres cuadros que expuse –mi mamá no lo creía–, y nos fuimos a emborrachar”, recuerda entre risas. Morales también sonríe ante la posición del artista de aquella época: se decía que era un oficio “para morirse de hambre”.
Su primer profesor de pintura fue Lucio Ranucci: “Era un italiano muy interesante que nos enseñó a pintar en el campo. Íbamos todos los sábados a pintar a Tibás, a Alajuelita, a Santa Ana... Una vez, en el Alto de las Palomas, llegó un policía que nos quería meter a la cárcel porque decía que estábamos haciendo cosas raras”.
Paisaje propio. Enamorado de las vistas del campo, Morales ha perfeccionado una visión que describe Sebastián Mello, director de la galería: “Su atmósfera es algo que pocas veces vemos en otra obra: es un paisaje psicológico”.
Chino Morales continúa observando atentamente para crear sus lienzos, entre el paisaje y la abstracción. En la muestra pueden apreciarse sus impresiones de Zetillal, Tierra Blanca, San Jerónimo, Ojo de Agua y Poasito, entre otros rincones de Costa Rica.
“Descubrí recientemente uno de los paisajes más lindos: la cruz de Santa Ana. Nadie ha pintado eso. Es fascinante porque es ciudad y no lo es. Lo pinté hace treinta años para una inglesa que me encargó que le pintara la cruz y el cementerio. Pasé por allí y quedé extasiado”, describe.
Una figura común en sus paisajes es la Luna. “Cuando yo vivía en los Estados Unidos, me enamoré de la Luna, como los toros, porque allá se ve gigantesca. Cuando regresé hice una exposición llamada Entre Lunas . En Texas, cuando sale la Luna, es inmensa, y se va reduciendo conforme pasa el tiempo”. Esa efímera belleza la captura en sus anocheceres azulados y en sus bosques, que aparecen a oscuras.
Sin embargo, Morales no solo ha pintado paisajes, y de ello son prueba las flores de encendidos colores y los recuerdos de cumpleaños que completan la muestra. Flores para Isabella , Bosque seco y Cumpleaños 1 son parte de esas obras, que sirven de contrapunto para las brumas y las verdes extensiones características de la obra de Chino .
Gran parte de la variada obra de Ricardo se perdió en un lamentable incidente que ocurrió en 1999 , cuando más de 200 de sus obras se quemaron en su taller.
“Hay cuadros que uno recuerda y no puede repetir”, lamenta. Menciona con especial cariño Contaminación , paisaje de un lago texano, y un bodegón que su amigo Ricardo Ulloa consideraba “obra maestra”.
Feliz regreso. La exposición que celebraría el cincuentenario de la labor de Morales estaba programada para enero del 2012, pero sobrevino la interrupción violenta de un cáncer estomacal. Tras mes y medio en un hospital, Ricardo Morales volvió repleto de energía.
“Saliendo ya del hospital, me dije: ‘Pintaré los últimos cuadros’; pero, como decía don Pablo Picasso: ‘Voy a morir con el pincel en la mano’”, agrega. Mientras eso no suceda, Ricardo Chino Morales continuará deleitándose en las brumas y las Lunas de su amado paisaje tico.
El final de una aventura se exhibirá hasta el 31 de enero en la Galería Nacional, en el Centro Costarricense de Ciencia y Cultura, en San José. El horario de la galería es de 9:30 a. m. a 5 p. m. de lunes a domingo. Cerrará los días 24, 25, 31 de diciembre y el 1° de enero.