En el editorial del pasado 30 de mayo, titulado Identidad del PAC, el escritor, con inusual dramatismo, ensaya un diagnóstico y pretende analizar lo que sucede en lo interno del Partido Acción Ciudadana.
En su conjunto, presenta una simplificación dicotómica entre lo que denomina “las corrientes fundacionales” y un “ala izquierda” que, supuestamente, “crece en protagonismo”. Esta, como toda reducción prejuiciada, es incapaz de dar cuenta de una realidad más compleja, propia de un partido que nació hace casi doce años, con el impulso trascendente de un amplísimo movimiento social. En el origen se encuentran las preocupaciones por las políticas neoliberales de diferentes Gobiernos promotores del desmantelamiento del Estado social de derecho, la utilización de los bienes del Estado como si fueran privados y los rampantes casos de corrupción que estremecieron a la ciudadanía.
Diversidad. El Partido Acción Ciudadana es, en esencia, un partido inclusivo y diverso, como lo son nuestro país y nuestra sociedad, por lo que a nadie debería extrañar que existan matices y contradicciones. Reconozco que una agrupación de tales características requiere del desarrollo de principios como el respeto, la humildad y la tolerancia, y de habilidades como la resolución alternativa de conflictos, los cuales resultan indispensables para alcanzar los acuerdos, tanto hacia dentro como hacia afuera del partido. A mí, en lo personal, no me asusta la discusión interna, por lo demás inherente a los partidos políticos democráticos donde es posible expresar las diferencias.
Sin embargo, ello no da lugar a nadie para que se tome la atribución de etiquetar tendencias dentro del PAC, con calificativos que no explican mayor cosa. Más bien, todo lo que pretenden, es introducir prejuicios en la ciudadanía.
En el Segundo Congreso Ciudadano, realizado durante el año pasado y en enero del presente año, fuimos capaces de plantear hasta los temas más controversiales. No obstante, sobresalió la coherencia del pensamiento partidario, la cual se expresó claramente en las numerosas mociones aprobadas con una votación igual o superior al 90% de los votos.
Esto demuestra fehacientemente que, en visión de país y en materia programática, es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Pero, si bien sería necio ocultar las diferencias, tampoco se deben magnificar.
Nuestros principios. Las banderas que el partido ha levantado desde su fundación no han sido arriadas, y comprenden tanto principios como propuestas programáticas que nos convocaron a todos y todas. Hemos demostrado con hechos que seguimos firmes en la lucha contra la corrupción en la función pública y privada; la defensa del Estado social de derecho; la ampliación de los mecanismos para fortalecer el ejercicio de la ciudadanía activa; la institucionalidad republicana; la rendición de cuentas como deber insoslayable en el ejercicio de la función pública; la sostenibilidad ambiental; la participación de las mujeres y las personas jóvenes en la vida política y partidaria con equidad en las oportunidades; en fin, la construcción de una sociedad más inclusiva y solidaria, en la que sea posible la movilidad social ascendente garantizando a todos los habitantes servicios como la salud, la educación, las telecomunicaciones, la energía y la seguridad ciudadana.
El editorialista de La Nación hace pues una lectura sesgada, y esgrime los mismos débiles argumentos del editorial del 23 de marzo del presente año.
Esa lectura no la compartimos. Desde nuestro punto de vista, la discusión y el debate que hoy existen en el PAC más bien se deben a que este nació como un partido de convergencia de actores y tradiciones políticas, que ha sido capaz de construir una agenda programática compartida básica, capaz de dar respuestas a los complejos problemas que hoy enfrenta nuestro país.
Además, el partido se encuentra en una transición hacia nuevos liderazgos, obviamente, sin excluir el de su fundador, Ottón Solís.
En el PAC tenemos la seguridad de que superaremos con éxito los problemas y mantendremos la unidad partidaria; cambios en el PAC, sí, los hay, y podemos prever más en el horizonte, pero el PAC continúa siendo esa fuerza esencialmente sana, una alternativa diferente para enrumbar el país por un camino diferente al de corrupción, desigualdad y exclusión que transita desde hace varios lustros.
De este punto esencial están claras nuestras bases, que sabrán luchar por la unidad partidaria, convencidas de que trabajamos por el bien de Costa Rica.