Peshawar, Pakistán. AFP Una nueva serie de ataques contra una campaña de vacunación contra la polio dejó tres muertos ayer en Pakistán, lo cual obligó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a Unicef a suspender sus actividades para erradicar esta enfermedad, aún endémica en el país. Con el ataque suman nueve los muertos durante la campaña que se inició el lunes.
Los ataques se multiplicaron cerca de Peshawar, en el noroeste del país, cerca de la frontera afgana y de las zonas tribales, consideradas como un refugio de los talibanes y de grupos vinculados a al-Qaeda que se oponen a la vacunación.
Hombres armados mataron a un empleado y a su chofer en Charsadda, cerca de Peshawar, indicaron responsables de la Policía. Un hombre que se estaba vacunando fue herido por hombres armados y murió en el hospital.
Un grupo de hombres armados en motocicleta disparó también contra cuatro voluntarias que administraban vacunas cerca de Peshawar, pero sin alcanzarlas.
Tras estos incidentes, la Unicef y la OMS, que supervisan y apoyan la campaña de vacunación, suspendieron sus actividades en todo el país, declaró Michael Coleman, portavoz de la Unicef en Islamabad.
Según los datos de la OMS, el año pasado en Pakistán hubo 198 casos de poliomielitis, el peor año en una década, y 56 casos este año, principalmente en el noroeste del país, una región poblada por la etnia pashtún, situada en la línea del frente de la “guerra contra el terrorismo”.
Miles de padres siguen rechazando que sus hijos sean vacunados contra la polio, una enfermedad viral que puede provocar la parálisis.
Algunos imanes se oponen a la vacunación porque consideran, erróneamente, que la vacuna contiene cerdo, provoca infertilidad y que la campaña está financiada por Occidente para debilitar a los musulmanes. También algunos comandantes talibanes prohibieron la vacunación en sus territorios y acusan a los voluntarios de ser espías de Occidente, sobre todo después del llamado caso Afridi.
En mayo, el pakistaní Shakeel Afridi fue condenado a 33 años de cárcel por haber participado en una falsa campaña de vacunación contra la hepatitis B organizada por la CIA en el 2011, en la que, mediante extracciones de sangre a miembros de la familia de Osama bin-Laden, se pudo confirmar que este se encontraba en la ciudad, como se sospechaba.