La caída y el rebote; la suspensión y la sucesión: esas eran las dos bandas entre las que el enérgico cuerpo de José Limón hallaba el lienzo de su arte. El coreógrafo José Arcadio Limón (1908 - 1972), nacido en México, inició su carrera en el estudio de las artes, pero en 1929 se inclinó por la danza.
En Nueva York, estudió con Charles Weidman y Doris Humphrey; a ella la llamaba su “diosa” y su “ninfa”, y fue su colega hasta 1958, cuando murió. Fue con Humphrey que fundó la José Limón Dance Company, y la nombró a ella su directora artística. En conjunto, desarrollaron múltiples coreografías que constituían la suma de sus visiones sobre la danza, inspiradas en la que ha sido llamada la “técnica Limón”.
Para Limón y Humphrey, el énfasis debía ponerse en una experiencia personal del movimiento, y no en la preocupación por la belleza. Además, buscaban la vinculación orgánica del bailarín con el entorno, como explica June Dunbar en su libro José Limón: The The Artist Re-Viewed (Routledge, 2002).
“El bailarín moderno se esfuerza por el uso total de su cuerpo como un instrumento”, insistía Limón. Así, en sus coreografías se usaban las ideas de Humphrey de caída y recuperación, y balance entre peso y levedad.
Una de las coreografías renombradas de Limón fue La pavana del moro , una versión de Otelo para cuatro bailarines. En esta obra de 1948, aparecieron pasos y movimientos típicos de Limón: las extremidades se dejan llevar por la gravedad; se prefieren movimientos hacia arriba que enfatizan la altura y se prefieren desplazamientos gráciles y ligeros.
Quizás lo más importante en esta danza era la fluidez y la interacción natural entre los figurantes; en cierto modo, recordaba los bailes europeos de salón, pero con una soltura y fragilidad inusitadas.
Las coreografías de Limón eran vigorosas, y su énfasis en el cuerpo como herramienta implicaba una constante preparación física. Sus propuestas combinaban una caracterización detallada, narrativas inspiradas en la literatura y énfasis en la expresión de las emociones. Poco después, otros bailarines y coreógrafos, como Merce Cunningham, explorarían otras vías, pero la fortaleza de Limón continúa en la labor de su compañía.