Es una realidad: fue indignante y perdimos el partido. Lo que se pudo hacer antes, durante o después del partido eliminatorio jugado en Denver el pasado 22 de marzo da cuerda para multitud de opiniones, críticas y réplicas. El triunfo ante Jamaica nos dio aire –aunque escaso– con miras a importantes y decisivos desafíos que nos esperan en pocas semanas. Ahora, como dice el refrán, no se puede tapar el Sol con un dedo: es evidente que la organización y estructura de nuestro deporte profesional necesita revisión y saneamiento, siendo el futbol profesional su paciente más crítico.
Los valores de la UEFA. La Unión Europea de Asociaciones de Futbol (UEFA) presume de 11 valores que distinguen su política de autogestión deportiva. Este conjunto de valores es una verdadera hoja de ruta que –aún con serios problemas que atender– se entiende exitosa y altamente profesional. Las comparaciones pueden ser odiosas para quien desea verlas así, pero señaladas con ánimo constructivo y sin complejos, pueden ser igualmente beneficiosas en momentos de reflexión y templanza. El futbol profesional costarricense sí que puede beneficiarse de estos valores si decidimos tomarlos con seriedad y ejecutar sus objetivos con eficiencia, mérito y consenso.
¿Qué hacer? El futbol, lo primero. “El futbol es un deporte antes que un producto, un espectáculo antes que un negocio.” Atendiendo la realidad de la “industria del futbol”, es difícil negar que este no sea un negocio; por tanto, es indispensable buscar un equilibro que le otorgue competitividad, permitiéndole ser autosostenible.
Existen medidas pendientes de estudio, convencimiento e implementación, algunas tan críticas como valorar un cambio estructural en el formato del torneo de la Primera División, acoplándolo a los modelos y ligas más fuertes a nivel internacional; o bien, evaluar posibilidades de asignar más valor comercial a la competición –ej. centralización de derechos audiovisuales–, sin desnaturalizar su esencia deportiva.
Respeto. La UEFA establece que el respeto es un principio del futbol. El respeto no es solo por el juego, sino por la diversidad, la dignidad y por la salud e integridad física de quienes forman parte –directa o indirectamente– de este deporte.
Es precisamente por ello que es necesaria una regulación moderna sobre la prevención de la violencia y el racismo en el deporte, donde no solo se regule o sancione a los mal llamados aficionados que inciten o realicen actos o comportamientos violentos y racistas, sino también asignar su cuota de responsabilidad a las demás partes involucradas, tales como los organizadores de competiciones o espectáculos deportivos, propietarios o gestores de recintos deportivos, deportistas y autoridades, directores o representantes legales de clubes.
Unidad y liderazgo. De la misma manera en que la UEFA implica a las ligas, clubes y jugadores en el proceso de toma de decisiones del futbol europeo, las autoridades federativas nacionales deberían hacerlo mediante una figura regulada y activa –ej. Consejo Estratégico (Fedefutbol, Unafut, Asojupro), donde los criterios y decisiones de todas las partes queden debidamente acreditados y accesibles al público. Podríamos incluso ir más allá y habilitar espacios reales a la afición para escuchar sus posiciones, críticas y preocupaciones.
Buen gobierno y juego limpio financiero. Nuestro futbol profesional necesita apertura, democracia, transparencia y responsabilidad. Un buen inicio sería implementar un “contrato deportivo modelo” de registro único en la Fedefutbol o Unafut, con copia al jugador, Asojupro, agente y Ministerio de Trabajo.
Es difícil creer que en el futbol profesional de Costa Rica hoy en día no existan medidas de estricto acatamiento para la correcta acreditación y cumplimiento de las obligaciones de las entidades deportivas con el Estado (Seguridad Social, Tributación Directa, etc.). La totalidad de los términos y condiciones económicas de los contratos laborales de los jugadores profesionales, así como todas las cargas que pesen sobre los clubes, deberían registrarse ante las autoridades deportivas competentes.
Cualquier club que entre en un espiral de deudas que imposibilite el cumplimiento de sus obligaciones con el Estado costarricense y con los clubes afiliados – habiéndole otorgado todas las garantías procesales de ley–, debería ser apartado de la competición.
El futbol base y la solidaridad. No es ningún secreto que el cuidado y mimo del futbol base es el camino del éxito deportivo. La verdadera inversión en nuestro futbol debe recaer en la niñez y la adolescencia, contando con un plan de acción de largo alcance y haciendo el sacrificio económico que sea necesario –y posible– para estructurar un ciclo formativo que sea prolongado en el tiempo, con el fin de que pueda ser heredado de una generación a la otra como suele hacerse en países líderes en este deporte.
Integridad deportiva y apuestas. Como bien dice la UEFA, “apostar es una forma de obtener ingresos, pero también un riesgo para el futbol”. Si bien este tema aparenta ser de poca trascendencia en nuestro país, el manejo de las apuestas deportivas debe ser desde ahora una tarea que debemos cumplir responsablemente. Por un lado, debemos promover correctamente el sistema nacional de apuestas deportivas cuya estructura finalista debe fiscalizarse para verificar el cumplimiento de sus fines.
Por el otro, es importante informar a jugadores y demás actores implicados sobre los riesgos de las apuestas deportivas, sobre las sanciones a las que se exponen, sobre la manipulación de resultados deportivos y sobre su absoluta seriedad.
Sobre las nevadas. Como todos sabemos la FIFA confirmó el rechazo de la apelación presentada por Fedefutbol. Podríamos haber apelado ante las instancias competentes en Suiza, cruzar los dedos y ejecutar una partida multimillonaria para su tramitación. Otra alternativa –aun posible– sería sentar responsabilidades, asumir lo que se hizo bien, lo que se hizo mal y definir prioridades. A mi parecer, nuestra prioridad no es pelearnos con la FIFA ni descalificar a la Concacaf.
Nuestra prioridad es mejorar nosotros desde dentro, ser ejemplo de profesionalidad, saber cómo y cuándo defendernos, no perder la cortesía y sentirnos orgullosos de nuestra gestión deportiva.