Hace poco más de un año, Vilma Segura notó algo extraño cuando bañaba a su nieta Francesca, de cinco años: una “pelotita” dura en el abdomen, pero la piel a su alrededor estaba muy blanda.
Preocupada, la llevó al Hospital Nacional de Niños. El diagnóstico fue mal de Wilms, la forma más común de cáncer de riñón infantil.
“La vida cambia completamente y de la noche a la mañana, para uno y para ellos también; ahora hay que cuidarla más, pero en el hospital son muy buenos y nos enseñan cómo”, expresó Segura.
Para su nieta Francesca, hoy de seis años, la labor del Hospital Nacional de Niños (HNN) es vital: “Ahí no solo me curan: yo pinto, dibujo y juego; me quieren mucho”. Ella es una de las 160 menores a quienes se les diagnosticó cáncer al año en Costa Rica. Datos del Registro Nacional de Tumores (RNT) indican que para el 2010 (último año del cual hay registros) se detectaron 250 casos en menores de 19 años, 160 de ellos en menores de 14 años.
Poco mortal. Aunque las cifras se han mantenido constantes, la mortalidad es cada vez menor. Según el RNT, las muertes por cáncer en menores de 19 años representan el 1,71% de las muertes en hombres costarricenses y el 1,54% de las muertes entre las ticas.
Además, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) señala que el 70% de los menores con cáncer sobreviven, e incluso el 75% de los niños con leucemia (tipo de tumor infantil más común) sobreviven.
Hace 40 años, estas cifras rondaban el 50%, pero diagnósticos más acertados y mejores tratamientos cambiaron el panorama.
“La tecnología ayuda. No solo es diagnosticar y ya, tenemos que conocer las características del tumor; para eso se revisan los cromosomas y los genes de los tumores con citometría de flujo, citogenética y biología molecular; esos exámenes nos indican el mejor tratamiento que podemos dar”, destacó Rodolfo Hernández, director del HNN.
Las técnicas de diagnóstico no son los únicos beneficios; los menores no solo reciben tratamiento médico; también tienen atención nutricional y psicológica.
“El tratamiento no es solo quimioterapia, radioterapia o trasplante de médula; son importantes la alimentación, el descanso y las emociones”, dijo Juan Carrillo, jefe de Hemato-Oncología del HNN.