Como ejecutivo de ventas publicitarias de la revista Forbes, Terry Lavin trabajó duro para ganarse la reputación de ser un compañero de tragos confiable.
“Básicamente alquilé un espacio en P. J. Clarke’s,” dijo refiriéndose al bar de la ciudad de Nueva York. “Siempre era el último en irme y siempre traía un coctel en la mano”.
En un negocio que depende de la simpatía, este papel lo ayudó a alcanzar el éxito; hasta que en 2010, decidió darle un descanso a su cuerpo y dejar de beber durante seis meses. Su salud mejoró pero no así su negocio.
“Llamaba a personas con las que tenía cierta amistad, tipos que manejaban grandes presupuestos para publicidad, y les preguntaba si querían ir conmigo a la hora feliz o a comer algo,” recordó. “Y me decían: '¿estás tomando? ¿No? Entonces olvídalo’”.
Estas son las consecuencias de la vida en sobriedad.
Beber. A pesar de que las comidas con tres martinis y las reuniones de trabajo rociadas con whisky cada vez son más difíciles de encontrar fuera de la televisión por cable, muchos rituales en el sector estadounidense de los negocios continúan girando en torno al alcohol. Ya sea para cortejar a un cliente, establecer un acuerdo o simplemente probar que uno es buen compañero de equipo, beber una ronda de cervezas es tal vez más importante en muchos empleos que jugar una ronda de golf.
Para los profesionales que se abstienen de beber alcohol –por motivos de salud, religión, recuperación o simplemente por preferencia– en ocasiones puede resultar más difícil avanzar si no están dispuestos a tomarse una copa.
“La gente espera que bebas; beber es parte de lo que haces y si dices que no quieres, la gente empieza a mostrarse cautelosa contigo” dijo Link Christin, director de un programa de tratamiento especial para profesionales legales que el año pasado inició Hazelden, una red de centros de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos, en Minesota. “Si dices que no bebes, tendrás que lidiar con la sospecha de que no puedes jugar el juego”
La idea de que la gente que no toma es incapaz de desempeñarse bien en los negocios –o peor aún, que no es digna de confianza– puede impedir el progreso en el plano profesional.
“Existe la percepción de que casi eres impotente”, indicó un abstemio, editor de una revista sobre estilos de vida que se enfoca en vinos y licores y que pidió no ser identificado porque muchos de sus compañeros de trabajo no saben que recientemente entró al programa de los 12 pasos.
Las desventajas profesionales que presenta la sobriedad van de las literales – el editor de la publicación tuvo que rechazar una promoción potencial porque el trabajo implicaba catar vinos – a otras más sutiles. “Regularmente no acepto comidas y cenas con gente de la industria. Anteriormente hubiera asistido sin dudarlo”, según señaló. “No puedo ir a una cena con un productor de vinos y decirle: “No, gracias, no puedo probarlos”.
Uno no tiene que trabajar directamente con el alcohol para experimentar esto.
En Wall Street, en donde prevalece el estilo de vida de “modelos y botellas”, los que no toman “se quejan de que no pueden cerrar ningún trato, ni siquiera pueden iniciar negociaciones porque no consumen alcohol”, indicó John Crepsac, terapéuta de Nueva York que asesora a trabajadores de Wall Street que están en recuperación.
Los científicos sociales se refieren a este fenómeno como “capital social”, la cantidad de potencial económico que se aprovecha si uno tiene la capacidad de integrarse.
“Había ocasiones en que yo sabía que los muchachos iban a salir con clientes que podrían impulsar mi carrera”, recordó un operador financiero de Wall Street quien pidió el anonimato porque su empresa no permite a sus empleados hablar con los medios de comunicación. “Sencillamente no me invitaban: (decían) 'Bueno, no lo invitaremos 'porque probablemente tomaremos unas copas y él no nos acompañará, así que no tiene caso”
Desde luego, la sobriedad y el éxito no son incompatibles. Warren Buffett, Donald Trump y Larry Ellison son abstemios de toda la vida.
Por otro lado, las mujeres sobrias en realidad pueden verse beneficiadas con el doble estándar que prevalece desde hace mucho tiempo. “Todavía es aceptable que los hombres se reúnan y den rienda suelta a sus impulsos pero, de alguna manera, el mismo comportamiento es mal visto en una mujer”, indicó Crepsac, al observar que muy pocas de sus pacientes del sexo femenino se han quejado de que la sobriedad daña sus carreras.
“Hay muchas cosas por las que las mujeres son discriminadas en el mundo laboral, pero ésta no es una de ellas”.
De igual manera, las investigaciones apoyan la idea de que los abstemios tienen más dificultades para ascender en la estructura corporativa. Múltiples estudios han demostrado que los bebedores moderados ganan más dinero que aquellos que no toman, aunque los bebedores empedernidos ganan menos que los que beben moderadamente.
Presión. Este tipo de presiones a veces ocasiona que los profesionales en recuperación reincidan. Este es el motivo por el cual Hazelden creó un grupo de apoyo especialmente diseñado para abogados que están tratando de mantenerse sobrios.
“La presión que se ejerce en los despachos legales para atraer clientes y generar dinero, es más grande que nunca”, dijo Christin, ex abogado litigante y alcohólico recuperado. Cuando alguien tiene que elegir entre mantener a su familia y sostener una copa de vino, puede resultar difícil mantener el rumbo”, agregó.
Los abstemios han desarrollado estrategias para socializar profesionalmente sin beber alcohol. Algunos piden alguna bebida y simplemente la dejan; otros usan el humor para desviar la atención no deseada. “Le digo a la gente que estoy embarazado”, comentó el operador financiero de Wall Street.
Lavin, quien pidió licencia para ausentarse de su trabajo de ventas publicitarias para escribir un libro, aconseja pedir un trago en copas o vasos que disimulen su contenido. “La gente se siente mucho más calmada si bebe agua mineral con gas en un vaso con hielo”, indicó.
Pero la justicia llega. Joe McKinsey, antiguo ejecutivo hipotecario que abrió una clínica de rehabilitación para ejecutivos en East Hampton, Nueva York, después de su propia recuperación, dijo que sólo meses después de estar sobrio en su antiguo trabajo pasó de ser el blanco de burlas a confidente de aquéllos que estaban en problemas.
“Al final, la gente te lleva a algún lugar apartado para preguntarte, ‘¿Crees que tengo un problema?’”.
Y “me convertí en la persona con la que había que conversar en privado”.