Cuando las autoridades por fin lograron destrozar la puerta metálica y quitar los gruesos barrotes de una de las ventanas del búnker, tras 15 minutos de intenso trabajo, el traficante ya había huido.
En el suelo, quedaron unas bolsas con pequeñas cantidades de marihuana, cocaína y crack.
Varios adictos aprovecharon la confusión para huir con electrodomésticos que habían traído para cambiarlos por drogas.
Esta vez, al igual que otras, las autoridades no pudieron con la fortaleza construida en una vieja casa por los narcotraficantes.
Estos búnkeres son levantados en inmuebles abandonados, también en lotes baldíos de barrios calificados como de alta peligrosidad por las autoridades.
El local es siempre ubicado en un sitio estratégico de difícil acceso, al final de una alameda o junto a un charral para facilitar la huida en caso de sorpresas.
Funciona las 24 horas y los adictos consumen allí drogas hasta que se les acabe el dinero.
También llevan artículos robados para cambiarlos por dosis de crack, marihuana o cocaína.
Las autoridades han decomisado desde bicicletas, motocicletas hasta televisores, lavadoras y joyas en algunos búnkeres.
“Hemos allanado sitios hasta cinco veces pero luego aparecen funcionando otra vez. Lo peor es que ahora forran estas casas con hierro y así cuesta más entrar”, dijo Jorge Rojas, director del OIJ.
Solo en el casco capitalino funcionan unos 15 búnkeres, situación que “genera mucha inseguridad porque cambian drogas por cualquier artículo robado”, precisó el funcionario judicial. Las fortalezas narco más conocidas operan en León XIII de Tibás, así como en Los Guido de Desamparados, y en Los Cuadros de Goicoechea.
El director de la Fuerza Pública, Eric Lacayo, reconoció que estos lugares son “centros de receptación de objetos robados y anunció ‘mano dura’ contra ellos. Según dijo, giró instrucciones para que sean ‘golpeados’ frecuentemente.
Sin embargo, la Policía no puede ingresar fácilmente a muchos de los búnkeres pues se encuentran en propiedades privadas y por eso requieren de una orden judicial, la cual no siempre obtienen.
Pese a ello, realizan operativos sorpresa y han venido decomisando drogas en algunas fortalezas, especialmente en las de León XIII.
En este comunidad tibaseña operan al menos 12 búnkeres, según Juan Carlos Arias, jefe de la Fuerza Pública, quien recordó que “allí llevan lo que roban para cambiarlo por drogas”.
Según la Fuerza Pública también proliferan en Alajuela, Cartago, Limón y Puntarenas.