Se apagan las luces y se enciende el micrófono. En la semioscuridad del que ahora es un ambiente “100% libre de humo” empieza la grabación de Le llamamos comedia . Estamos en el Jazz Café de San Pedro. La casa está llena, aunque nos dicen que otras veces ha estado a reventar. Hace calor y las cervezas aclaran la garganta para que la risa salga fresca.
Aquí nadie cuenta “chiles”, no hay nadie disfrazado de un personaje chusco. En el escenario solo se para gente común que empieza a hablar, con su cara de caminar por la calle. Nadie nunca había visto por televisión a un tico haciendo reír de la forma en la que lo hacen estos muchachos.
Desde su salida hemos visto cómo canal 9 ha tratado de retar el reinado de la producción original de Teletica y de Repretel. Un canal que se está inventando tiene el permiso y la obligación de sorprender. Le llamamos comedia es una producción que se hace en colaboración con la productora Ojalá Comunicación. El experimento funciona. El show cumple y sorprende.
Si un viernes por la noche usted viene antojado de ver comedia de producción nacional, permítase darle un descanso a La Media Docena , en canal 7. Sintonice canal 9, a las 9 p. m. Es bastante probable que termine riendo, y eso está bien; pero, si usted es tico, también es muy seguro que terminará reconociendo a su país en la pantalla.
Novedosa reliquia La stand-up comedy es noticia vieja. Woody Allen, quien tampoco fue un pionero en el género, se retiró del stand-up cuando los papás de muchos de los comediantes ticos que se presentan esta noche ni siquiera se habían intercambiado teléfonos.
En Costa Rica empezó a hablarse de los orígenes de la comedia de bares entre el 2007 y el 2008, según una investigación que publicó el colega Melvin Molina hace un par de años. Desde entonces, ha probado que había gente con ganas de hacer reír y que había un público con ganas de reír. Bastó una serie de concursos de stand-up comedy , patrocinados por el Centro Cultural de España, para que el grueso de “estandaperos” que se presentan en Le llamamos comedia se inauguraran.
“El humor es la última línea de defensa; el comediante puede decir las cosas como son, y eso es genial”, dice Jorge López, quien fue uno de los ganadores de la versión del concurso en el 2010. Él ha dado un salto al vacío y está tratando de dedicarse completamente a hacer comedia, lo que nos habla de un tipo de espectáculo que podría estar convirtiéndose en una forma de vida.
Rodrigo Villalobos es jefe de programación de la radio Las 40 Principales y uno de los artistas que se presenta esta noche. Él empezó admirando al mexicano Adal Ramones y al colombiano Andrés López. A Villalobos le gusta coquetear con los límites, con los temas tabú, como la religión.
“Yo sé que es arriesgado, pero me ha ido bien hasta ahora”, cuenta el comediante, luego de haber salido bien librado del acto de apertura de la noche, que parodió ritos católicos y evangélicos.
“El público está aprendiendo”, dice el también locutor Gustavo Gamboa. Él cuenta que todavía hay gente que se le acerca y le dice: “¿Usted es el que cuenta chistes, verdad?”, y Gamboa, quien tiene un físico imponente que podría valerle una confusión con el encargado de seguridad del bar, replica un “no” tajante: él hace stand-up . Más vale creerle.
La galaxia de los chistes de Pepito, o del japonés que fue a comprar preservativos, es distinta a la del humor de, pongamos por ejemplo, Waleska Oporta. Ella arma un caso sobre la fealdad de nosotros, los varones ticos, y dice que nuestros genes no tendrían oportunidad si no fuera porque nos perfumamos rico. Waleska se ufana, sin modestias, de ser la primera mujer que ha hecho stand- up como tal en el país. El programa también cuenta con las comediantes Sonia Morales y Amy La Flaca Vincenti.
En Le llamamos comedia entra lo que sea: un filazo político; una parodia a algún famosillo; hacer la fila en un banco. Choché Romano, por ejemplo, cuenta la tragedia de estar urgido de un baño mientras se hace la ruta en un bus traqueteador entre San José y Alajuela' “Huy, no, ahí viene ‘la platina’”.
Luismi Cómico (Luis Miguel García) es un comediante español que, junto con la española-estadounidense Carmen Lynch, presenta los espectáculos especiales de la noche. Luismi Cómico es el veterano del grupo, con 12 años frente al micrófono.
Desde hace un par de años, el comediante visita Costa Rica para dar talleres de comedia en vivo y para hacer algunas presentaciones.
Buena parte de los comediantes que se presentan esta noche pasaron por la clase del español, quien ha visto una evolución en sus trabajos.
Con un porte serio que no le conocen quienes lo han visto en el escenario, y fumándose un cigarro en la acera del Jazz Café, Luismi Cómico habla sobre la importancia de hacer humor: “Los cómicos nos agarramos con las injusticias políticas y personales. Somos los portavoces de lo que no se habla”.
Del bar a la tele
Durante la noche hay actos que se ganan mejor el favor del público que otros. La comunicación entre el comediante y la gente es directa; pero, ¿qué pasa cuando esos actos se mudan a la pantalla? ¿Cómo reacciona el público invisible, el que está entre las cobijas un viernes por la noche?
Marvin Murillo, productor ejecutivo del programa y también comediante, afirma que Le llamamos comedia es uno de los programas más vistos del novísimo canal 9.
El productor dice que el show genera beneficios mutuos. Al canal le sirve tener una oferta rompedora con un programa de humor, con un elenco renovado que hasta ahora no había tenido su oportunidad en la pantalla chica.
En cuanto a los comediantes, Murillo relata: “Existía la necesidad, para el pequeño gremio que somos, de visibilizar lo que pasaba en los bares del país por un medio masivo”.
Murillo dice que diseñó Le llamamos comedia desde cero. No se basó en ningún otro programa de su tipo, pero también reconoce que el formato no es especialmente novedoso. Cada show de una hora tiene la participación de un comediante anfitrión que sirve de presentador para tres de sus colegas. En cada emisión, la comedia en vivo le da espacio a un invitado musical.
“Sentí que había que aprovechar el espacio, para que la gente también supiera de bandas que no se podrían dar a conocer en otros espacios televisivos, por su tipo de corte musical”, cuenta Murillo.
El productor explica que con los comediantes tuvo que trabajar en dos adaptaciones para que sus rutinas funcionaran en televisión. Por un lado se debía adecuar el ritmo del acto: calcular el tiempo de las pausas y el espacio que se le daría a las risas. Por otro lado se debía cuidar el contenido.
“Tratamos de no aplicar una censura en la etapa posterior de edición, sino que los comediantes trabajaran en sus guiones previamente, para que su acto esté acorde con los contenidos que pueden ser emitidos por la tele”, aclara.
Le llamamos comedia es un programa atrevido, y “atrevido” es un adjetivo raro en la oferta televisiva nacional. Esa es para Murillo una de las satisfacciones por las que vale la pena hacer el programa. Está seguro que el show marcará un antes y un después en la comedia costarricense.
Por ejemplo, el productor comenta que una crítica a la presidenta Chinchilla, o al diputado Justo Orozco, no se había dado en televisión de la forma en que él y sus colegas la han ejercido.
“Hemos dicho cosas al aire que en Costa Rica nunca se han dicho, no solo palabrotas, sino en cuanto a crítica. Todo lo que estaba permitido para un noticiario, para un editorial, ahora lo decimos de forma humorística e indirecta. El humor también forma criterio”.