París AFP Herschel, el mayor telescopio enviado al espacio y lanzado en el 2009 para estudiar la formación de las estrellas, cerró definitivamente sus ojos luego de haber consumido su reserva de helio líquido.
A principios de marzo, la Agencia Espacial Europea (ESA, sigla en inglés) había anticipado que el satélite cesaría su actividad “en las próximas semanas”, una vez evaporados los 2.300 litros de helio indispensables para refrigerar sus instrumentos a un nivel cercano al cero absoluto (-271° C).
Con más de 25.000 horas de datos registrados, “Herschel nos ofreció una visión totalmente nueva del universo, mostrando aspectos hasta entonces ocultos, como el proceso nunca antes visto del nacimiento de estrellas y de formación de galaxias”, señaló Goran Pilbratt, responsable científico del proyecto de la ESA.
El telescopio ayudó a detectar la presencia de agua “en todas partes del universo”, recordó Pilbratt.
En enero pasado, esos datos suministraron informaciones inéditas sobre el asteroide Apofis, el cual debe aproximarse a la Tierra en el 2029 y en el 2036.
Aun después de haber agotado su helio, Herschel podrá seguir comunicándose con las estaciones terrestres. A principios de mayo será retirado del servicio activo y “estacionado” en una órbita heliocéntrica (alrededor del Sol).
Con una vida útil prevista en, al menos, tres años, Herschel fue bautizado así en homenaje al físico William Herschel, quien descubrió los rayos infrarrojos en 1800. Su espejo principal, de 3,5 metros de diámetro, lo convirtió en el mayor y más poderoso telescopio infrarrojo enviado al espacio.
“El fin de las observaciones de Herschel de ninguna manera significa el fin de la misión: nos quedan muchos descubrimientos por hacer a partir de sus observaciones”, concluyó Pilbratt.