Washington. AP Dan, el mandril, se sienta frente a una computadora donde aparecen las letras BRRU. Con un clic, señala que no es ninguna palabra. Correcto. Después aparece ITCS. Otra vez, indica que no se trata de ninguna palabra. Finalmente aparece KITE (cometa).
Hace una pausa y oprime un óvalo verde para indicar que esta vez es una palabra. En pocos segundos, Dan demostró que domina lo que para algunos expertos es una forma de prelectura y sale orondo con la recompensa de maíz seco.
Dan es parte de una nueva investigación que muestra que los mandriles son capaces de dar ese primer paso en el proceso de lectura, identificar pautas recurrentes y determinar qué combinaciones de cuatro letras son palabras y cuáles no.
El estudio demostró que las primeras etapas de la lectura son mucho más instintivas de lo que se suponía. “Los mandriles son capaces de reconocer pautas y lo que están haciendo podría ser lo primero que hacen los seres humanos para reconocer palabras. Todavía está muy lejos de ser una lectura real. No comprenden lo que significan esas palabras y sencillamente las separan en partes”, dijo Jonathan Grainger, psicólogo de la Universidad Aix-Marseille en Francia y autor principal del estudio.
En 300.000 pruebas, los seis mandriles distinguieron entre palabras reales y falsas unas tres de cada cuatro veces, según el estudio publicado en Science . Dan, de 4 años y con edad equivalente a la de un adolescente humano, acertó el 80% de las veces y aprendió 308 palabras de cuatro letras.
“La clave es que estos animales no solamente aprendieron por el sistema de prueba y error cuáles combinaciones eran correctas, sino que también advirtieron qué letras tendían a ir juntas para formar palabras reales, como SH pero no FX”, explicó Grainger.
Por eso, aunque les presentaron palabras nuevas, hicieron un buen trabajo para detectar cuáles eran reales.
Grainger conjeturó que una capacidad preexistente en el cerebro podría permitirles reconocer pautas y objetos; quizás es así cómo los seres humanos aprenden a leer.