A la comida chatarra, las bebidas azucaradas y el sedentarismo se une un factor más que incide en la obesidad infantil: el sueño.
Una investigación realizada por el Centro para la Investigación y Educación en Obesidad de la Universidad de Temple, en Filadelfia analizó la influencia de los hábitos de sueño en los comportamientos alimenticios de los niños y encontró que los pequeños con más horas de sueño comían menos.
En el estudio participaron 37 niños de edades de entre 8 y 11 años y de los cuales el 27% padecía de sobrepeso u obesidad.
Durante la primera semana de la investigación se les solicitó a los niños a dormir lo de siempre.
A la semana siguiente, los niños fueron puestos a prueba, al azar, de modo que unos durmieron más horas y otros menos horas de lo habitual. En la tercera semana, los pequeños adoptaron el esquema inverso de sueño que habían llevado durante la segunda semana.
Luego de las pruebas los investigadores hallaron que durante la semana en la que los niños aumentaron sus horas de sueño consumieron un promedio de 134 calorías menos por día, pesaron unos 225 gramos menos y presentaron, en ayunas, bajos niveles de leptina, una hormona reguladora del apetito altamente asociada a la cantidad de tejido adiposo (grasa) en el cuerpo. “Los hallazgos de este estudio sugieren que mejorar los hábitos del sueño nocturno en niños de edad escolar pude tener implicaciones importantes en la prevención y el tratamiento de la obesidad”, concluyó la doctora Chantelle Hart , investigadora principal.
Los resultados de la investigación se publicaron en la revista Pediatrics.