Para los próximos 50 años, el panorama para las cuencas Coatán y Cahoacán –entre México y Guatemala– será de calor (se prevé un aumento de 1,5 °C) y lluvias.
Sin embargo, los impactos del cambio climático ya son visibles. En la microcuenca Bella Vista, en la parte alta y fronteriza, los períodos cortos pero intensos de lluvias combinados con el calor han incrementado las plagas del café, el principal medio de vida de las tres comunidades.
Asimismo, el suelo desnudo a causa de la deforestación se lava con las lluvias, las cuales arrastran ese sedimento a la zona baja donde existe un ecosistema de manglar llamado Gancho Murillo.
“Los ecosistemas tienen un enlace perfecto. Aunque no nos demos cuenta, las cosas que suceden arriba afectan abajo y esta sedimentación reduce la pesquería. Lo mismo pasa con el plátano, las inundaciones hacen que se pierdan las cosechas”, comentó Daniela Valle, de UICN México.
Lejos de cruzarse de brazos, las comunidades trabajan en reducir sus vulnerabilidades. Por ejemplo, en la cuenca alta se han creado invernaderos para el cultivo de hortalizas orgánicas para diversificar la producción y no depender del café.
“También están trabajando con variedades de café que son resistentes a la roya”, mencionó Valle.
En la cuenca baja, los pescadores utilizan los sedimentos arrastrados por el río para construir un estanque rústico o pampa donde se reproduce el camarón y los peces de escama dentro del manglar.
“Las mediciones muestran que la población de camarones ha aumentado hasta en un 25% tanto en la pampa como en otras áreas del manglar”, dijo Valle.
También, reforestaron con 5.000 plántulas de mangle.