Estaba olvidado entre algunos libros de mi rancho. Lo “descubrió” un amigo, quien hace treinta y dos años había recomendado editarlo al Departamento de Publicaciones de la Universidad Nacional, cuando no tenía editorial. Se titula Muy cerca de mi tierra. Tiene un pequeño subtítulo: Relatos botánicos, históricos y cuentos. Su autor es el abogado herediano Marco Tulio Fonseca.
Su dedicatoria data del 8 de enero de 1979. Su primer artículo es de 1914 y el último de 1978. Contiene 73 títulos, publicados en la Revista de Agricultura, La Nación, La Tribuna, El Diario de Costa Rica y La Prensa Libre. Cuenta con 367 páginas. Está ilustrado por el pintor Juan Manuel Sánchez, de grata memoria.
Se publican cartas de reconocidos costarricenses, como el magistrado Víctor Manuel Elizondo, el escritor Carlos Luis Sáenz, el científico Otón Jiménez Luthmer y pasajes poco conocidos sobre Clorito Picado. El índice consta de tres partes: Reproducciones de la Revista de Agricultura, Relatos inéditos y Reproducciones. Da cuenta de la educación mixta o coeducación, introducida en el país por José María Orozco Casorla en 1907.
Había estudiado en Chile, profesor de Biología y de Botánica en la Universidad de Costa Rica, murió a los 86 años. El autor del libro nombra a las mujeres de secundaria graduadas en este tipo de educación, que secundó Roberto Brenes Mesén. Este conocido educador e intelectual debió salir de Heredia escoltado, por propagar las ideas de Darwin.
La obra es pródiga en árboles, las propiedades básicas, procedencia, sus características y nombres en latín, nacientes de agua, flores, frutos, bromelias y otras plantas. También incluye referencias de costarricenses que viajaron a París a estudiar veterinaria. Quizá lo dice porque el autor tuvo lechería, que fue otra de sus grandes pasiones.
En sus relatos históricos cabe resaltar el de las cloacas, porque la capital de la provincia no las tuvo hasta 1942, gracias a la iniciativa y gestión de Marco Tulio Fonseca. Y en los cuentos es escalofriante y chistosa la anécdota del sacristán de la catedral, don Balvino Salazar. Y pasan por sus páginas numerosos personajes y familias heredianos. Además, el libro es de gran valor ecológico. Su amor a la naturaleza lo hace altamente estimulante.
Fue mi amigo Néstor Mourelo, abogado y poeta, exprofesor de la UNA, quien recomendó la publicación de esta obra, cuya lectura es grata e ilustrativa.
Si la Universidad Nacional lo reedita y moderniza la portada, probablemente cuente con muchos lectores.