Costa Rica ya no es considerado como un país pobre a nivel mundial. Somos un país de ingreso medio. Sin embargo, seguimos actuando como pobres, pidiendo limosna por el mundo. Ejemplos hay muchos. Desde nuestra presidenta que anda buscando quién le preste un avión para ir a un funeral o a una boda, hasta andar pidiendo a Gobiernos de otros países que nos “regalen” o nos vendan “barato” obras de infraestructura.
Cuando un país deja de ser pobre, ya no da lástima. Es muy difícil pretender que los favores lleguen de a gratis. Todos vienen con condiciones. Y ahí es donde al país le puede salir muy caro andar pidiendo regalos. Todavía peor, si al que se le piden los regalos tiene un ingreso promedio más bajo que el nuestro, como es el caso de China.
Se habla de dos proyectos en los que el Gobierno tico le ha pedido ayuda al de China. Ambos hay que revisarlos con lupa. El primero, que ya viene de hace rato, es la nueva refinería. Han surgido muchos cuestionamientos relacionados con los estudios de factibilidad, con el monto de la inversión y con la razonabilidad de la rentabilidad exigida en el proyecto. Pero, para mí, el problema de fondo es que Recope haya escogido al Gobierno de China como su socio, sin ningún tipo de concurso. Se podría haber hecho una licitación para escoger cuál socio le ofrecía y garantizaba la mejor rentabilidad a Recope. De esa manera se podría haber asegurado de que los consumidores salieran beneficiados con el proyecto. También se podría haber subastado un permiso para que una empresa privada construyera y operara la refinería. En ese caso todos hubiéramos salido beneficiados con el rompimiento del monopolio que hoy tiene Recope, y además al Gobierno le habría ingresado dinero que podría haber utilizado para construir más carreteras.
El otro proyecto es, precisamente, la ampliación de la carretera a Limón. De nuevo, sin mediar ningún concurso, se designa al Gobierno chino para que haga la obra y la financie. El alegato es que las condiciones de crédito son “blandas”. Puede que lo sean, pero recordemos el mal afamado préstamo del gobierno de Finlandia para la compra de equipos para la Caja. Este tenía condiciones crediticias muy favorables, pero también venía condicionado a la compra de equipo de origen finlandés, que, con o sin corrupción, resultaba ser carísimo. No solo el precio de los equipos era alto, sino que en muchos casos no era el que mejor se adecuaba a las necesidades de la Caja. En el caso de la carretera a Limón, nadie puede garantizar que su costo es el más bajo posible.
Que nuestro Gobierno ande pidiendo favores para comprar equipos, hacer obras o viajar, es perpetuar la mentalidad de mendigos. Esos favores salen más caros, al final de cuentas, que hacer un estudio serio de necesidades y luego salir a licitar. Sepamos ser libres, no siervos menguados.