Como siempre, las reuniones en foros internacionales suelen terminar con una declaración de compromi-sos que suena muy bonita, pero que queda poco claro como implementarla. Ese es el caso de la reunión del grupo de 20 países mas desarrollados del mundo en México esta semana. El G20 acordó, básicamente, tomar medidas para "apuntalar el crecimiento, garantizar la estabilidad financiera y promover la responsabilidad fiscal". Esto es un acuerdo de principios muy amplios, donde todos salen contentos y sonrientes, apenas para la típica foto de grupo. Es justo lo que "los mercados" quieren escuchar para tranquilizarse. Pero, en términos concretos y prácticos, de momento no hay nada especifico que nos indique si el camino a adoptar va en la dirección necesaria para salir de la crisis.
Nadie duda de que, para evitar una recaída fuerte de la economía mundial, deben estar presentes los tres componentes mencionados en el acuerdo: crecimiento, estabilidad y responsabilidad fiscal. Nada se hace con buscar mas crecimiento a punta de mas gasto de los Gobiernos, si en el mediano plazo se viene una crisis fiscal. Tampoco funciona el pretender balancear las finanzas públicas a costa de recortar únicamente las inversiones en obras de infraestructura, lo que va en contra de la productividad de las economías. Y si en el ínterim no se logra mantener la estabilidad de los sistemas financieros, entendiendo como tal la recuperación de las instituciones financieras de su capacidad de prestar a agentes productivos, tampoco se logrará el crecimiento económico deseado.
Lo que aún no está claro es cómo lograr el balance de políticas que lleve al logro de los tres pilares al mismo tiempo. De la reunión del G20 surgen algunas pistas, pero, de nuevo, nada concreto. La realidad es que, mientras que los Gobiernos con problemas de deuda no tomen medidas estructurales para resolver su problema, los inversionistas los seguirán castigando. Esto es, si algún Gobierno pretende seguir gastando para incentivar la demanda, pero no hace nada para mejorar la productividad de su economía o de racionalizar su gasto, los inversionistas sabrán que ese país tendrá que regresar a pedirles mas plata prestada dentro de un tiempo. El castigo sería una tasa de interés más alta para la deuda, minando las posibilidades de crecer más.
Ahí es donde veo que se habla poco en estos foros sobre reformas estructurales. Eso es, las que deben adoptar los países que han sido fiscalmente irresponsables, para reducir las prebendas, gollerías, subsidios a grupos de interés y otros despilfarros de los gobiernos. Claro, este tipo de reformas son las mas difíciles de adoptar, y por eso los políticos evitan hablar de ellas. Aun así, en las elecciones de Grecia ganaron los partidos que propusieron seguir el camino de una mayor disciplina fiscal para poder seguir vinculados al resto de Europa. Aún hay esperanzas.