Dicen que el ornitorrinco tiene pico de pato, cola de castor y patas de nutria; añaden que es mamífero, pero pone huevos; además, es el único mamífero venenoso, si exceptuamos a los escritores satíricos.
El ornitorrinco es la demostración de la cortesía de la Naturaleza, que pretendió quedar bien con todos; mas la Naturaleza, aunque es muy antigua, nada sabe de política ya que nadie puede quedar bien con todos, salvo que sea candidato. De esto se deduce que el ornitorrinco es el candidato perpetuo de elecciones que nunca se realizan.
Milenios ya pasa el ornitorrinco inserto en cruel angustia, esperando los resultados de las elecciones para subir al poder y al fin definirse qué es y demostrar así a sus ingenuos electores que él no es pato, castor ni nutria, sino todo lo contrario, aunque siempre venenoso.
Así, los confusos ornitorrincos confirman que las elecciones son fiestas de sorpresa, a las que solo los candidatos asisten vestidos como para fiestas de disfraces.
Por su nombre, el ornitorrinco parece marca de horno coreano, pero solamente significa ‘pico de pato’ en griego. Esto añade otro asombro a los ornitorrincos porque los griegos nunca los vieron, ni siquiera Aristóteles, quien creía en animales fabulosos, y eso que no conoció a los sucesores de Alejandro.
El ornitorrinco es, pues, la prueba de que “nadie es imposible”, como escribió Jorge Luis Borges sobre los autotorturados personajes de las sufrientes novelas rusas (prólogo de La invención de Morel ).
Por otra parte, habría que añadir que hasta la madre Naturaleza sufre límites de imaginación; que solo puede jugar al Mecano con las piezas que ha creado previamente, dispersas en otros animales.
Así son también los ensueños de los sueños. Podemos soñar seres imposibles, mas hechos con piezas, formas, colores, ruidos, que hemos notado en nuestra vigilia. Ni la literatura fantástica puede huir de los prejuicios de la realidad. El unicornio es un caballo provisto de un cuerno que es un diente de narval, y el can Cerbero es la tediosa insistencia de cabezas sobre un perro.
No hay ideas innatas; solo la curiosa combinación de formas que también llamamos ‘arte’.