Hacer poesía suele ser un gozo, pero también es un trabajo; y, como el Padre del Génesis , se creó un día para descansar y contemplar sus obras. Su celebración llegará este miércoles 21, Día Mundial de la Poesía, y la Universidad Nacional (UNA) rendirá entonces homenaje al arte de expresar con palabras lo inasible.
Para tal efecto, la UNA ha invitado a Marco Martos Carrera, presidente de la Academia Peruana de la Lengua, catedrático de literatura y reconocido poeta en su país y más allá de sus fronteras.
El doctor Martos impartirá la lección inaugural del año académico de la UNA cuando desarrolle el tema La poesía y el perfume de la oralidad el miércoles 21 a las 10 a. m. en el Auditorio Clodomiro Picado (Campus Omar Dengo). El invitado también concurrirá a la presentación del decreto ejecutivo del Día Mundial de la Poesía y a la lectura de poemas que se realizarán a las 6:30 p. m. en el mismo lugar.
Martos dictará la conferencia Reflexiones sobre la poesía de César Vallejo el jueves 22 a las 5 p. m. en el auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNA. Marco Martos es doctor en Literatura; ha publicado una veintena de libros de poesía y de crítica, y recibió el Premio Nacional de Poesía del Perú. Conversamos con el aedo invitado.
* * *
–¿Es difícil ser decano de Letras de una universidad, catedrático de literatura, crítico literario y presidente de la Academia Peruana de la Lengua?
–Sí lo es. José Martí decía que los intelectuales hispanoamericanos nos vemos obligados a ejercer distintos oficios y profesiones. La dura vida de nuestros países nos obliga a ser polivalentes, nos hace adictos al trabajo, y toda labor tiene sus hábitos y convenciones; pero, en el centro de esa actividad, hay una parte creativa que da sentido a lo que hacemos, que produce satisfacciones y alegrías: organizar un congreso, publicar libros valiosos, estimular a los mejores estudiantes...
–¿Reciben las Academias de la Lengua apoyo de los gobiernos?
–En general, los gobiernos otorgan lo menos que pueden, lo que firmaron en Bogotá en la década de 1960: ofrecer un local digno a las Academias, pero casi nada más, salvo en España, México, Colombia y tal vez la Argentina. Sin embargo, las Academias son pujantes, ingeniosas, y consiguen apoyos privados para actividades concretas.
–¿Cree que el lenguaje de los mensajes de teléfono deforme luego la escritura normal?
–No. Los fenicios no usaban grafías para sus sonidos vocálicos; había que adivinarlos, como ahora en los teléfonos, y los usuarios saben hacerlo. Cuando escriben algo formal, lo hacen de normalmente. Un mismo individuo puede escribir “T Kro”, “Te quiero” o “Me gustas porque te amo”.
”Los mensajes telefónicos escritos son los telegramas de esta época; simplifican todo, pero no anulan, ni mucho menos, la voluntad de decir. La escritura de un idioma es una convención general, aceptada por millones de personas. Cuando aparecieron el cine y la televisión, se pensó que se terminaría la “galaxia de Gutenberg”, pero nadie cree eso ahora, cuando están en boga Internet y las impresoras”.
–¿Podría adelantar algunas ideas que expondrá en su conferencia inaugural?
–En Hispanoamérica, a lo largo de todo el siglo XX y al principiar el XXI, la poesía conserva ese perfume de oralidad que le viene de sus orígenes. La costumbre arraigada de recitar poemas en público, vigente en nuestros países y en España, se ha perdido casi completamente en Francia, donde la poesía es musitada o leída en silencio; pero, poco a poco, en tierra americana se crea una legión de lectores solitarios que, en las bibliotecas o en las salas privadas, prescinde de la actitud comunal.
–¿Qué explicación daría a este doble fenómeno?
–En principio, la tendencia mundial a partir del Renacimiento es que el aprecio de la poesía se separa de la importancia asignada a los temas. Sin embargo, existen comunidades –que están en plena formación de su nacionalidad o las que sufren una conmoción social– en las que el asunto del que se hable tiene un considerable aprecio.
”Ahora vivimos un momento histórico en todo el mundo, en el que el mercado tiene una importancia central: tanto que se mide el valor de los productos del trabajo y del ingenio humanos en función de su transformación en mercancía; y la poesía tiene el último puesto entre aquello que puede negociarse, ser objeto de compraventa.
”Las funciones medievales que correspondían a la poesía, ahora pertenecen a otros medios de comunicación. La antigua épica, convertida en novela, se ha quedado con el arte de contar. A la poesía, a esa parcela que llamamos lírica, en general sólo le queda el estilo.
”No obstante, la poesía no consiste solamente en colocar bien las palabras: es una concentración del lenguaje, un rigor interno; por último, un escalofrío que penetra en las verdades universales y las ofrece de un peculiar modo.
”La poesía tiene algo antiguo que está en el espíritu de los seres humanos y que felizmente no ha sido arrasado por ningún sistema político: la necesidad de la comunicación personal, íntima. La poesía responde a ese sentimiento colectivo que ya anidaba en los miembros de la tribu y que aparentemente se ha perdido en la vorágine de las grandes ciudades.
–La poesía es palabra en el aire.
–Sí. Aunque se escriba y publique, la poesía tiene el perfume de la oralidad, como queda dicho. La comunicación directa con el público, aparentemente venida a menos en las épocas más recientes, responde a una necesidad básica que la sociedad no olvida nunca.
”Como un diminuto jinete, la poesía sabe treparse sobre los medios que aparentemente la opacan: radio, cine, televisión y periodismo; se filtra en los resquicios e ilumina el pequeño espacio que gana. La poesía es un eficaz antídoto contra ese “lenguaje de madera”, sucesión inacabable de noticias que nada dice y que se ofrece en el batiburrillo de cada mañana.
”El lenguaje entrega más significados y, sobre todo, expresa la efectividad en toda su intensidad cuando se expresa líricamente. La poesía es el reino de la libertad, pero también el de la disciplina. Escogemos la poesía hasta cierto punto; podemos decir mejor que ella nos elige; pero nosotros la ayudamos con nuestra actitud, porosa a su encanto y a su poder”.
–A los 74 años de la muerte de César Vallejo, usted dictará una conferencia sobre su poesía: ¿está aún vigente?
–Vallejo es un clásico de la poesía en lengua española, y lo es porque dice algo a sucesivas generaciones de lectores. Tuvo un gran dominio de la forma, un amplio conocimiento de la tradición literaria y una audacia verbal no vista en su tiempo y en el nuestro. Es el poeta que más se diferencia de la retórica de sus contemporáneos, y muchos de sus versos parecen escritos hoy día. Es el poeta de la lucidez y el poeta del dolor. La intensidad de sus versos es inigualable.
–¿Cuáles son las tendencias de la poesía hispanoamericana?
–La poesía centroamericana ha sido marcada por el exteriorismo, principalmente de Ernesto Cardenal. En Chile, después de Neruda, están la lírica sarcástica y juguetona de Nicanor Parra y la profundamente ejemplar de Gonzalo Rojas, vinculada con Vallejo. La Argentina, aparte de Borges, tiene a Juan Gelman; pero en cualquier país de habla española hay notables poetas. Por ejemplo, el Ecuador tiene a Adoum y Gangotena; Venezuela, a Eugenio Montejo y Rafael Cadenas; Cuba, a Lezama Lima y Eliseo Diego; Colombia, a J. Mario y Cobo Borda.
”Los poetas más jóvenes tienen dificultad para diferenciarse de los mayores y buscan la originalidad en una escritura neobarroca”.
–¿Cuáles son las tendencias de la poesía peruana?
–Los poetas vigentes son Carlos Germán Belli, Leopoldo Chariase, Antonio Cisneros y Rodolfo Hinostroza. Hemos tenido una gran escritora: Blanca Varela. Lo más importante ahora es la presencia masiva de las mujeres en la poesía. El Perú es tierra de poetas, de lectores y oyentes de poesía.