Por cortesía del obispo retirado de la Iglesia episcopal de Costa Rica, José Antonio Ramos, estoy leyendo la obra intitulada Escritos esenciales de Martin Luther King. En la sección introductoria, ese famoso ganador del Premio Nobel de la Paz escribe sobre “la necesidad de ser desajustado”, proposición que, como ciudadano y educador costarricense, transmito a lectores y lectoras de La Nación . Nada me inhibe a admitir que, en eso, coincido con el ministro de Educación Leonardo Garnier, quien prefiere el término ‘subversivo’, a pesar de discrepar con él en la mayoría de sus opiniones específicas y políticas generales. Además, voy a reproducir las palabras precisas de King, para no dar la impresión de que estoy inventando ideas que otros han planteado desde hace mucho tiempo. De las páginas 14 y 15 del libro mencionado, traduzco libremente:
“La psicología moderna tiene una palabra que quizás ha sido más usada que cualquier otra. La palabra es ‘desajuste’. Se supone que todos debemos tratar de vivir bien ajustados al orden existente, para evitar desviaciones neuróticas y esquizofrénicas de la personalidad. Pero hay aspectos de la sociedad vigente a los cuales soy orgulloso de estar desajustado y respecto a los cuales los insto a otros a ser desajustados. Nunca me ajustaré a la segregación, ni a la discriminación ni al dominio de masas; tampoco a la violencia y el militarismo. Los insto a no ajustarse a esos fenómenos. Los insto a ser desajustados como (el profeta) Amós, quien en medio de las injusticias de sus días, gritó en palabras que resuenan a través de las generaciones: ‘que la justicia fluya como aguas de rectitud de un poderoso río’. Tan desajustados como Abraham Lincoln quien tuvo la visión de que esta nación (Estados Unidos) no podía sobrevivir, mitad esclava, mitad libre. Tan desajustados como Jefferson quien, en medio de una época increíblemente ajustada a la esclavitud, pudo gritar: ‘Toda la humanidad fue creada igual y está dotada, por su creador, de ciertos derechos inalienables, entre los cuales se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda de felicidad’. Tan desajustados como Jesús de Nazaret, quien soñó el sueño de la paternidad de Dios y la fraternidad humana. Dios permita que seamos tan desajustados como para salir a cambiar el mundo y la civilización. Entonces podremos movernos desde la triste y desolada medianoche de la inhumanidad a la brillante y reluciente amanecer de libertad y justicia”.
Seamos desajustados, agreguemos en Costa Rica a la corrupción social y la pasividad en medio de ella. Al autoritarismo serpenteante en política. A la pereza en el trabajo y la producción. Al monopolio en la economía. A los excesos del consumismo, la complacencia y la indisciplina. A la hipocresía y malos ejemplos en la educación. Etcétera .