En 1999, doña Hellen Barahona (una de las fundadoras del Hogar Siembra) nos solicitó, a Michelle Robert y a mí, incorporarnos en la labor del Hogar Siembra. “De acuerdo; yo la ayudo, pero –eso sí– no quiero tener nada que ver con platas: solo con las chicas”, le respondí, y ella me explicó: “No te preocupés: en eso estamos organizadas; lo que sí necesitamos es sangre joven que nos ayude y releve”.
En aquellos tiempos, los teléfonos públicos requerían monedas, y las fundadoras, así como las voluntarias del Hogar Siembra, se reunían con sus familias a contar las monedas, que conservaban como donación. Así afrontaban la mayoría de los gastos del Hogar.
Poco tiempo había transcurrido cuando la modernidad atacó las finanzas del Hogar pues las tarjetas telefónicas substituyeron a las monedas. Después de hacer rifas, bingos, charlas, torneos de golf y otros intentos de recaudación, nació Valoarte como una iniciativa para reunir dinero, aunque con un contenido cultural.
Solidaridad. En el 2002 presenté la idea a la junta directiva del Hogar Siembra, y reuní un equipo de trabajo que incluía amigos, familiares y colegas del circuito del arte. Así comenzó esta gran jornada... que ha llegado a nueve ediciones. De aquellos tiempos recuerdo algunas incertidumbres y las preguntas que formulaba a los amigos:
A Emilia Fung: “¿Será que Mario [Matarrita] me prestará páneles para colgar obras?”. A Klaus Steinmetz: “¿Será que tenés obras que podamos exhibir: algo vendible?”. A Adrián Arguedas: “ Por fa , traeme una pintura más grande. Creo que sí la podemos vender”.
A Doris Falconer (directora de relaciones públicas del Hotel San José Palacio): “¿Será que nos podemos quedar un día más en el hotel? ¿Solo estas luces tienen? ¿Quién puede ayudarnos con el montaje?”. A Michelle Robert: “¿Lo hacemos subasta o solo venta?”. A Roberto A. Rojas: “¿Será que nos ayudará alguien con patrocinios?”.
Me preguntaba una y otra vez si los artistas querrían darnos obras buenas y el 50% del precio de venta. ¿Valdría la pena tanto esfuerzo para montar un día y desmontar al día siguiente? Me inquietaba saber si alguna empresa privada apoyaría la iniciativa y si alguien, además de la familia, iría a la inauguración.
Pasado un tiempo, pedí a Cristina Masís (actual vicepresidenta del Mercado de Valores) y a Douglas León (actual gerente general de la Tabacalera Costarricense): “Necesito que crean en este proyecto y que apoyen esta causa social. ¿Puedo contar con ustedes?”. A doña Amalia Chaverri (entonces viceministra de Cultura): “Nos gustaría que usted inaugure Valoarte. ¿Nos honraría con su presencia?”.
Entre soñar despierta, un poco de locura y mucha motivación por una doble causa –la social y la cultural – se engendró este universo de cosas que es hoy Valoarte.
Ni una sola llamada quedó sin contestar y nunca recibí un “no”. La primera edición de Valoarte se realizó con éxito en el 2003. Hoy son muchos los voluntarios que sostienen este proyecto. Me permito citar a Virginia Pérez Ratton, ya que sus planteamientos son válidos:
“Valoarte puede ser el germen de una futura feria regional. Empezando en pequeño se va ampliando, y –¿quién sabe?– de pronto pueda pensarse hasta en la Aduana para una primera feria centroamericana de arte bien jalada... Este evento ha sido suficientemente exitoso como para plantearse el reto de una definición, sin temer ser también una actividad claramente comercial pues además colabora con un proyecto social relevante” (mensaje del 28 de abril del 2008).
Amplia propuesta. ¿Qué es Valoarte? La respuesta es múltiple. Valoarte es una exhibición colectiva de arte, y también es un concurso, una venta y un referente de precios. A la vez, Valoarte es una obra social y un proyecto educativo; en suma, un proyecto cultural.
Tal vez no sea yo la persona adecuada para responder con precisión aquella pregunta por estar tan cerca. Valdría la pena recurrir a otras instancias, como el Ministerio de Cultura y Juventud, el Ministerio de Educación, las universidades y las instituciones que promueven las artes visuales. Habría que preguntar también a los artistas y curadores, así como al público que dona, visita y compra.
Lo que sí puedo asegurar es que Valoarte no fue concebida como una obra de caridad; nunca deseamos que se nos comprara o apoyase por lástima. Siempre se pensó en una iniciativa a largo plazo que funcionara también como una empresa.
Valoarte es la exhibición más grande de Centroamérica. El visitante podrá observar 323 obras de unos 20 países, elaboradas con todas las técnicas y todos los materiales. El proyecto cuenta con la declaratoria de interés cultural del Gobierno de Costa Rica.
Además, Valoarte es una oportunidad para la educación artística de los jóvenes. Colegios, escuelas, universidades y otras agrupaciones realizan visitas guiadas. Muchas personas han aprovechado las charlas, los foros y los talleres ofrecidos por maestros del arte.
A su vez, los coleccionistas entienden que se les ofrece un gran abanico de propuestas de alta calidad, y saben también que pueden comprar a precios reales del mercado. Así, se llevan consigo buenas obras y además apoyan al artista y a la obra social que persigue el Hogar Siembra.
Hoy y mañana. Después de nueve años, gracias a los compradores que acuden a Valoarte, se ha construido la nueva ala habitacional del Hogar Siembra para 35 niñas y jóvenes más. Se prosigue así un empeño de 28 años, durante los cuales miles de jóvenes han sido rescatadas del abandono y la violencia; pero recordemos que hay mucho por hacer pues son de terror las cifras de abuso y agresión en Costa Rica.
Valoarte ayuda a legitimar la creación artística exhibida gracias a un catálogo de más de 100 páginas, a un jurado internacional y a un mes de permanencia ante numerosos conocedores, críticos del arte y público en general.
Muchos de los artistas seleccionados e invitados a la muestra ya están en colecciones privadas reconocidas y también en museos gracias a nuestro espacio.
La visitación de Valoarte se aproxima a las 4.000 personas. Sin ser un espectáculo cultural, sino más bien una propuesta formal, atrae a un público que aprecia las obras y que –singularmente los jóvenes– aprende sobre las más variadas tendencias estéticas de hoy.
Esta novena edición brinda además un espacio curado para el arte del grabado, en homenaje a Juan Luis Rodríguez y a sus discípulos. Este año, Valoarte se ha dedicado al maestro Rodríguez.
¿Qué sigue? No podemos saber con precisión qué ocurrirá, pero sí garantizamos que siempre trabajaremos para dar continuidad a la “locura” y a la pasión con las que se inició Valoarte.
Me pregunto si Virginia tenía razón al proponernos ser la Primera Feria de Arte Centroamericana. Es una posibilidad, pero lo que sí puedo asegurar es que la familia voluntaria con la que comenzó Hogar Siembra se ha hecho muy grande. Aunque ya no contamos monedas, seguimos reunidos en torno la misma causa.
La autora es directora de proyectos del Hogar Siembra; es artista plástica con obra presentada en más de 25 exposiciones dentro y fuera de Costa Rica.