En su afán por quitárselo de encima del lomo, el Trompetas le destruyó la cara con toda la fuerza del cacho. Aquello fue como arrancar una máscara de piel y huesos.
Sucedió el 20 de abril del 2008, en Tempate de Santa Cruz. Jonathan Contreras se había calentado “por dentro” con unas birritas y, sin pensarlo dos veces, se dispuso a montar a aquel toro.
El guaro y el susto le impidieron sentir el dolor de las heridas que le causó el cuerno tras encajársele en la mejilla izquierda. Tampoco perdió el conocimiento durante el viaje entre Guanacaste y San José.
En la capital, el cirujano plástico del hospital México, Víctor Urzola, estaba durmiendo cuando sonó el teléfono de su casa, a las 2 de la madrugada. “Doctor, véngase ya. Le tenemos un mae que llegó sin cara”, se escuchó otro lado de la línea. Lo que sucedió luego es historia. Colaboró Abelardo Fonseca