La Corte Plena tiene hoy, ante sí, una relevante tarea. No se trata solo de escoger a quien liderará, desde la presidencia, el Poder Judicial. Los magistrados construyen, con esta y otras decisiones anteriores y próximas, nuevos pilares para la confianza de los costarricenses en sus tribunales superiores.
El Poder Judicial, al igual que otras instituciones que sostienen nuestro sistema democrático, tiene un crédito limitado por parte de la ciudadanía.
La confianza en la Corte (43% de los consultados dicen confiar, julio del 2012) es superior a la que se tiene en la Asamblea Legislativa (28%); sin embargo, no es la institución que goza de la mayor confianza. Según las mediciones de Unimer para La Nación , los ticos confiamos más en el ICE (59%), el OIJ (52%), la Defensoría ( 51%) y el Tribunal Supremo de Elecciones (48%). La Sala Constitucional, por sí misma, goza de un 47% de aprobación.
Desde 1996, esas confianza y satisfacción en el Poder Judicial han caído. Lo mismo ocurrió con las otras instituciones evaluadas, cuya tendencia, también, se muestra en otros estudios. El año pasado, Unimer evaluó las percepciones de la democracia y, de igual forma, lo ha hecho Latinobarómetro: en ambos se evidencia el descontento creciente en las instituciones. Mayoritariamente, seguimos creyendo en la democracia y rechazamos el autoritarismo, pero las opiniones favorables disminuyen, particularmente, entre los más jóvenes.
En la elección de hoy, los magistrados mostrarán la cara del Poder Judicial a la ciudadanía. Esperamos de ellos la misma entereza que los hizo lanzarse a las calles a protestar contra el interés político de negar la reelección de un compañero. En ese momento, calificaron la decisión legislativa como una afrenta a su independencia.
Hoy, cuando se elige al presidente del Poder Judicial, esperamos de los magistrados transparencia y ética; confiamos en que se muestren los valores que defienden, aquellos en los que debe sustentarse la justicia. Esta es una de varias elecciones relevantes, parte de las cuales están fuera del control de la Corte, pero todas la definirán, en su presente y futuro.
Esta decisión de hoy, que no debe postergarse, está en sus manos. Una columna mal cimentada tendrá altos costos para la democracia, la institucionalidad y la confianza de la ciudadanía. No nos decepcionen.