Recorrido por palo verde,recorriendo parte del rio Tempisque para ver la diversidad de especies y belleza natural,para reportaje de la revista Proa sobre lugares turistico que usted puede visitar en un dia.Foto de Jorge Castillo.10/12/10. (JORGE CASTILLO)
Es una aventura a cielo abierto, donde protagonistas como el sol, la flora y la fauna se confabulan para mostrar a los turistas la magia de un lugar incomparable y, por qué no, hasta envidiable.
Viajamos hasta el río Tempisque, un paraíso natural localizado a 30 minutos de Santa Cruz, Guanacaste, a la altura de un pueblo llamado Ortega. Hasta aquí no han llegado todavía las grandes empresas y el poblado está lleno de tradiciones y costumbres singulares.
Una posible ruta es llegar por Liberia, pasando por Filadelfia, o bien se puede dar la vuelta por el puente de La Amistad y llegar por Santa Cruz.
Luego de pasar por Corralillos, se encontrará con este paradisíaco lugar, que podrá conocer detenidamente con la ayuda de la familia Mendoza Cascante. Son ellos quienes, desde hace 18 años, ofrecen un muy gustado tour.
El río Tempisque nace en las faldas del volcán Orosi y discurre a lo largo de 144 kilómetros en dirección sureste por la pampa guanacasteca.
Un viaje por sus aguas puede resultar una opción diferente a los ya comunes paseos a la playa o la montaña durante el verano.
Después de un suculento desayuno en el restaurante Palo Verde, un microbús lo llevará por un camino rodeado de humedales hasta la orilla del majestuoso río Tempisque, donde lo aguardan varias lanchas para llevarlo río adentro, acompañados por la exuberante vegetación del Parque Nacional Palo Verde y del Refugio Mata Redonda.
En medio de un clima tropical placentero, es posible apreciar aves como garzas tigre, jabirús, lapas rojas, pájaros ardillas y espátulas rosadas, las que tienen su mayor actividad en horas de la mañana. El viaje a bordo de la lancha
El paseo se realiza en tres jornadas matutinas: el primer viaje empieza a las 8:30 a. m, el segundo una hora después y el último es a las 11:20 a. m. El precio varía entre ¢15.000 para turistas nacionales y ¢30.000 para extranjeros.
Una vez embarcado, póngase cómodo y admire la vegetación mientras escucha decenas de tranquilizantes sonidos.
Uno de los momentos más emocionantes es cuando los lagartos, cuya piel se confunde con el agua del río, se acercan a las lanchas para inspeccionar quién se atreve a molestarlos. Sin demora, las cámaras de los turistas se apresuran a capturar la imagen de esos enormes dientes e intimidantes ojos.
Otros que intentan llamar la atención con sus piruetas son los monos cariblancos, que se pasan el tiempo brincando en las copas de los árboles y descansando acostados lejos del fuerte sol.
“La tarea no ha sido fácil”, dice Marcelo Mendoza Díaz, quien dedicó parte de su vida al transporte de excursiones.
Fue así como ideó un proyecto propio con la ilusión de dar otro ritmo a este pueblo dedicado a la agricultura.
“Todos los amigos de Ortega dijeron que estábamos locos. Era una idea a la que nadie apostaba y los bancos no daban el crédito para desarrollarla. Fueron unos amigos los que creyeron en este proyecto”, manifestó Mendoza.
Hoy, después de casi dos décadas de arduo trabajo, lo que empezó como una simple idea, se convirtió en una pequeña empresa que da sustento a su familia.
En 1992, Marcelo y su esposa, Dalila Cascante Fonseca, abrieron las puertas de su restaurante Palo Verde a quienes gustan de la cocina típica en su modesto local, que primero funcionó en el garaje de su casa y en la actualidad acoge a decenas de turistas.
La atención personalizada de ambos propietarios y la de su hija, Jetty Patricia Mendoza, hace a los clientes sentirse como en casa. Y, claro, el negocio también da trabajo a primos, sobrinos y nietos.
“Somos un equipo de 12 personas; algunos trabajan en el restaurante, otros en una pequeña finca que es la que nos suministra los alimentos” dice Dalila.
Y aunque al inicio cuentan que tenían solo una lancha para cuatro personas, ahora son los cómplices de mostrar la belleza oculta del Tempisque.