La actividad dio inicio a las 9 a. m. con un taller infantil para dar a conocer el peligro y las opciones de solución al uso de los agrovenenos. También se impartieron charlas sobre la importancia de las tradiciones alimentarias para la salud de las persona y del ambiente.
En el sitio hubo exhibición de cocinas solares y de bombas solares aprovechando los rayos del sol para preparar la comida de manera más rápida. El sabroso olor de un pastel y galletas de avena con ojoche hicieron que más de un curioso se acercará a mirar y hasta darse una probadita de estos alimentos.
Según aportes del profesor Erick Sánchez, del Planetario de la Universidad de Costa Rica (UCR), explicó que el domingo y el lunes fueron los días cuando se recibieron los rayos del sol de manera perpendicular a la ubicación geográfica y en Santa Cruz -por el lugar en el que está establecido- disfrutó la mayor radiación de energía solar al tener el sol cenital.
Por primera vez, la Fiesta del Sol se trasladó hasta el centro de la ciudad folclórica. El objetivo de la actividad fue convocar a todos los santacruceños para compartir experiencias y diferentes actividades culturales y recreativas.
Juan Arriaga expresó que, con este encuentro de agricultores, se propone celebrar la vida de manera sana con el ambiente, usando la energía más antigua del futuro, la más fuerte, limpia, barata y todavía no acaparada: la energía solar.
“El hecho de hacer el santuario de semillas criollas también, tiene como fin que las personas intercambien experiencias, conocimientos, semillas, plantas y proyectos como base para generar y fortalecer acciones conjuntas. Y con todo esto, celebrar uno de los momentos especiales de la naturaleza cuando recibimos y disfrutamos el sol cenital, la principal fuente de energía y vida”, agregó Arriaga.
Durante las siete horas que el sol estuvo en su esplendor quienes participaron pudieron escoger el menú solar más variado, ya que hubo exposición, intercambio y venta de semillas criollas, plantas naturales, productos ecológicos, comidas criollas como arroz de maíz, atol de maíz pujagua, chicha, rosquillas y artesanías.
Para Sonia Rojas, agricultora que viajó desde Esparza, dijo que es la primera vez que viene, pero el hecho de conocer y compartir con otras personas sobre cómo no contaminar el ambiente es muy importante, además que las semillas criollas no se comercializan, se comparten porque son cultura.