Jean-Claude Mas, que fundó y operaba el fabricante de implantes Poly Implant Prothese (PIP), es uno de los implicados.
También figuran su subdirector Claude Couty, el director de calidad Hannelore Font; el director técnico Loic Gossart, y el jefe de productos Thierry Brinon. Ellos podrían pasar cinco años en la cárcel si son declarados culpables.
La difunta compañía afirmaba exportar a más de 60 países y era una de las líderes mundiales en la fabricación de implantes.
Estos implantes tienen propensión a sufrir rupturas y fugas, y más de 125.000 mujeres en todo el mundo los recibieron hasta que las ventas finalizaron en marzo de 2010.
De ellas, más de 5.000 participan en el juicio como demandantes, pues dicen que los ejecutivos las engañaron para que creyeran que los implantes eran seguros cuando no lo eran.
Más de 42.000 mujeres en Gran Bretaña recibieron los implantes, más de 30.000 en Francia, 25.000 en Brasil, 16.000 en Venezuela y 15.000 en Colombia.
Los abogados de Jean-Claude Mas dijeron que el número de mujeres enlistadas en el caso como víctimas es el más elevado en la historia judicial de Francia y dijeron que el juicio es demasiado difícil de manejar como para que continúe.
Mientras tanto, Mas no hizo comentarios. Anteriormente había dicho que nunca pretendió hacer daño y sus abogados indicaron que la desaparición de la empresa lo arruinó financieramente.