Fotografas de los controles de seguridad en el ingreso de pasajeros en el Aeropuerto Internacional Juan Santamara, Alajuela. En la foto, Hctor Chaves. Fotos: Mayela Lpez (Mayela_Lopez)
“C.E.H.D. donó un riñón”. La leyenda está grabada en una cadena de plata, parecida a la que usan los militares. Su dueño la dejó olvidada en algún rincón del aeropuerto Juan Santamaría mientras aguardaba el avión. La cadena ahora espera por él en una caja llena de decenas de objetos olvidados por los pasajeros de la terminal.
Gabriela Hernández, asistente de la dirección de operaciones de Aeris, administrador del Santamaría, se ha encargado de guardar celosamente todos los objetos que los viajeros olvidan o que son requisados por la policía aeroportuaria por razones de seguridad.
Todo, absolutamente todo, está guardado bajo llave en un armario con varias gavetas. En ellas, abundan las cajas con una variedad inimaginable de cosas .
Veamos: hay decenas de candados de
“Recuerdo una vez que una señora llamó para ver si habíamos encontrado su anillo”, cuenta Gabriela.
“Aquí lo teníamos guardado. Aparentemente, no era valioso. Era muy sencillo. Pero la señora contó que para ella tenía un gran valor sentimental, además de que costaba ... ¡$2.500!”
“En otra ocasión, una señora de Israel dejó olvidado un abrigo precioso. Se alegró montones cuando supo que lo teníamos aquí, pero tardó cuatro meses para enviar a recogerlo”.
La norma es esperar con las cosas guardadas, un mes como máximo, pero se hacen excepciones en casos especiales como el anterior. Una vez vencido el plazo, los objetos se donan a la Clínica de Cuidados Paliativos de Alajuela. Allí los venden y, con lo recaudado, se ayudan en la atención de los pacientes de cáncer y otras enfermedades terminales.
Revisando entre las cajas, uno se topa con una impresora, varios pares de zapatos, una piedra labrada, bastones con guacamayas talladas y hasta una maleta grande vacía.
Entre los “chuicas” que tiene, como los llama Gabriela, hay una llanta de vehículo, una gata de carro, un casco de constructor y un bolso lleno de ropa, además de abrigos y muñecos de peluche que, por cierto, no tienen muy buen olor. No faltan los objetos que la policía aeroportuaria saca de circulación durante sus revisiones diarias. Cada día, la oficina de Aeris recibe un reporte de cada objeto requisado.
Las personas que deseen recuperarlo –ya sea después del viaje o enviándolo a traer–, lo pueden dejar guardado con su nombre y número de pasaporte. Eso sí, deben estar atentos a que no se venza el mes de plazo para recuperar las tijeras de cortar papel, los anzuelos, el equipo de pesca, el suéter o las botellas de licor que llevaba camufladas y que no fueron compradas en las tiendas libres de impuestos.
“Hacemos esto porque nos gusta. Es lindo ver a la gente que llega y recupera lo que perdió. Verle la cara de alegría es nuestra mayor recompensa”.