10-10-12.Teoretica, barrio Amon/ En esta galeria se esta exhibiendo la exposicion colectiva Hombres entre las ruinas en la foto se ve la obra de Carlos Amorales y su intervencion a la Fachada/Gesline Anrango (Ges_Anrango_Wittingham)
La nueva exposición de Fundación Teorética coloca al espectador en un campo minado de preguntas. Hombres entre las ruinas incomoda, cuestiona, compara y elude las respuestas sencillas. Neonazis en la policía costarricense y en Alemania, vestigios de la Segunda Guerra Mundial y reflexiones artísticas comparten su mirada directa hacia lo sombrío del poder.
Las 23 obras, dispares en técnicas e intenciones, se unifican bajo la exploración que el curador, Inti Guerrero, plantea desde la entrada: ir detrás de la fachada para descubrir los entresijos del fascismo, la fuerza del racismo y el sometimiento a la autoridad.
Arte en la encrucijada. Las figuras siniestras de Carlos Amorales flanquean la puerta de Teorética y dan la bienvenida al recorrido por la historia, la simbología, las fricciones de los estereotipos y la violencia. Un símbolo extraño y dislocado dispara la discusión: un águila germana, dorada y con el año “1939” marcado, que posa sobre una construcción parecida a una pirámide, en Tres Ríos. Bajo la edificación, marca de su sentido místico, brota una naciente de agua.
“No se trata de revisitar el contexto histórico en el que se construyó esta estructura, ni tampoco se trata de moralizar al espectador ni de crear una culpa colectiva”, señala Guerrero. Más bien, Hombres entre las ruinas coloca al espectador entre puntos de tensión con profundas implicaciones ideológicas y morales, y lo invita a una reflexión apartada del escándalo.
“No se ha tenido la oportunidad de agudizar la discusión en torno al fascismo y al nazismo a partir de situaciones que no sean moralistas o sensacionalistas. La exposición trata de entender las ansiedades de los individuos y de los grupos humanos que crean esas diferencias radicales entre unos y otros”, explica el curador. Para Guerrero, las estructuras del poder guardan relaciones estrechas que corresponde descubrir al espectador.
“Cuando se refiere al fascismo, la exposición habla del adoctrinamiento del cuerpo, ya sea del cuerpo social o del individual; por esto, la exposición habla de contextos sociales específicos y de cómo opera el fascismo en relación con la sexualidad, por ejemplo”, añade.
Ansiedad racial. La exposición se divide principalmente en dos salas, la primera de las cuales explora la tensión racial que se replica en todo el mundo con diferentes protagonistas. Las obras muestran conflictos étnicos que han desencadenado violencia e incomprensión en otros contextos, históricamente y en la actualidad.
Ming Wong realizó el video Life of Imitation (2009) para mostrar la tensión que hay entre las diferentes etnias de Singapur: descendientes de malayos, chinos e indios se enfrentan en esta recreación del final de Imitation of Life (1959), de Douglas Sirk. En ella, una mujer mestiza confronta a su madre negra, culpándola por su origen étnico. Inti Guerrero comenta: “Tres actores de los diferentes grupos raciales recrean la escena. Nos demuestran que las identidades no son naturales, sino teatrales”.
La historiadora guatemalteca Marta Elena Casaús muestra la preocupación por el mestizaje de su país, con un diagrama, evidencia del proceso de endogamia en las familias blancas que conservan los latifundios en su grupo étnico.
El carácter relativo del color de la piel se confirma en las fotografías de Javier Calvo, El blanco es relativo y Paisaje natural . En Paisaje natural documenta el bronceado artificial que marcó la silueta de un paisaje idílico sobre su piel y su progresiva desaparición. Calvo liga el discurso nacionalista con la idea de la “pureza” ecológica actual.
Acerca de la pureza, sobresale un recorte de periódico del Diario de Costa Rica de 1939: en una carta pública, el reconocido científico Clodomiro Picado lamenta que “nuestra sangre se ennegrece”.
“Uno se pregunta cuáles son esas ansiedades hoy en día. ¿Sobreviven y han cambiado las figuras?”, dice el curador; pero, sobre la negritud, los discursos han sido abundantes, y por ello se exhiben fotos tomadas en África por Leni Riefenstahl, antes directora de cine para el Tercer Reich, y una reproducción del retrato que hizo Théodore Géricault del héroe negro de La balsa de la Medusa (1819).
El video Dueto para caníbales , de Patrizio Di Massimo , presenta una entrevista que confronta la carnalidad y el deseo que pueden ocultarse tras el racismo.
Otro recorte, de La Nación , pone de relieve la actualidad del nacionalismo y del fascismo con la noticia de un policía destituido por su celebración del neonazismo. Tras una pared, el oficial oculta la expresión nacionalista anhelada por el neofascismo.
“El turco Köken Ergun graba un discurso militar, visceral y sensual, del soldado con la patria; el texto muestra hasta qué punto llegan la psicología y la carne cuando un individuo proyecta su identidad en relación con la patria”, explica Guerrero sobre este video.
Corpóreo y violento. ¿Por qué retóricas e ideologías radicales, como la de Hitler, encuentran apoyo masivo? La pregunta se lanza desde la segunda sala, donde el poder muestra su acción sobre la psicología.
“Las estructuras de las sociedades fascistas operan de manera tan contundente sobre los individuos que realmente adoctrinan el cuerpo y la psicología”, dice Guerrero.
El cortometraje El jardín (1968), de Jan Svankmajer, da explicaciones oblicuas y metafóricas para entender el porqué de la aceptación del dominio y el atractivo de la retórica fascista.
Para Guerrero, el video habla sobre el carácter paternalista del poder, explícito en la fotografía del guatemalteco Mario Santizio. Una aparente relación entre padre e hijo indica direcciones oscuras.
“Hay una situación siniestra en relación a las formas en que se estructura el poder; al fin, la familia es la primera estructura típica del poder, y el padre, la primera figura de autoridad”, recalca el curador.
Plenamente eróticas son las visiones de Bruce LaBruce tomadas de su Skin Flick (1999): un skinhead se masturba con el Mein Kampf (Mi lucha, el manifiesto de Adolf Hitler). Enfrente se abre el paso a las obras que repasan la Segunda Guerra Mundial, culminación histórica del fascismo.
Historia degenerada. El Tercer Reich proponía un “Nuevo Arte Alemán” opuesto a las vanguardias, centrado en el canon grecorromano. El Museo Van Abbe, de Holanda, investigó dos muestras que se realizaron en Munich en 1937, e Inti Guerrero incluyó estos registros para alimentar la reflexión.
“Todas las vanguardias eran degeneradas para el Tercer Reich, porque corrientes como el cubismo deformaban al individuo; es decir, era degenerado. Siguiendo esa línea, todo arte no hiperrealista y todo arte abstracto serían degenerados”, opina el director artístico.
El Nuevo Arte Alemán resalta además el homoerotismo y la carnalidad de la mentalidad autoritario, mientras que Arte degenerado exhibe las presuntas justificaciones del rechazo al arte de vanguardia. Se incluye además una instalación de artistas colombianos del colectivo GAEDDCHE sobre las con-cepciones del arte contemporáneo como “degenerado”.
Edgar León presenta un video con la historia relatada por ancianos sobre el estallido del barco San Pablo , en Limón, un evento que ocurrió el 2 de julio de 1942.
Son cicatrices globales las que dejó el auge fascista. Lo muestra Leung Chi Wo con su instalación fotográfica sobre la batalla por Hong Kong, entonces colonia británica. Julieta Aranda, mexicana, encontró los vestigios del conflicto bélico en el Pacífico sur. En una isla partida por el huso horario entre el ayer y el mañana, como hace la guerra con la historiografía, fotografió barcos destrozados en los años 40.
La israelí Yael Bartana discute las secuelas de la guerra, con tres videos sobre un fantasioso llamado para que los judíos regresen a Polonia para refundar la patria.
Historia y discurso confluyen así en los símbolos de dominio. La representación abstracta de la iconografía del poder se presenta en las pirámides del mexicano Pedro Friedeberg y del costarricense Federico Herrero.
Luego, el regreso inevitable a la fachada, a las siluetas monstruosas de Carlos Amorales. Las aves, perennes símbolos de autoridad, batallan dentro de los cuerpos y los convierten en sombras. Del mismo modo, Hombres entre las ruinas plantea una batalla que debe librar el espectador con la ideología, la moral y la estética.