Madrid. Hezbolá en América es un hecho. ¿Objeto? Las interpretaciones difieren, mas algunas dan un panorama pavoroso.
El Partido de Dios, una de las organizaciones terroristas más potentes del mundo, gobierna de facto el Líbano y es una de las más formidables bazas de la República Islámica de Irán para la desestabilización de Oriente Medio. ¿Solo de Oriente Medio? No, sostiene Roger Noriega. A juicio del exsecretario de Estado adjunto para Asuntos Hemisféricos, la presencia de Hezbolá en América "solo puede comprenderse en el contexto de la persecución de los objetivos estratégicos de su patrocinador: Irán". Ilan Berman, vicepresidente del American Foreign Policy Council, ha llegado a afirmar que la formación libanesa es una suerte de "póliza de seguros" de Teherán contra un hipotético ataque norteamericano. Un seguro que le proporcionaría cobertura incluso en el patio trasero de Washington.
Guerra asimétrica contra EE. UU. Noriega –actualmente a cargo del Programa para América Latina del American Enterprise Institute– alerta de que Hezbolá forma parte de una "guerra asimétrica" iraní contra EE. UU., y en ese contexto podría atentar contra intereses o ciudadanos norteamericanos por encargo del régimen de los ayatolás. En esa guerra, denuncia el analista estadounidense, los terroristas chiíes estarían contando con el "apoyo oficial" de los Gobiernos de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador. Así las cosas, Noriega urge a Washington y a las capitales "responsables" de Iberoamérica a actuar con decisión, "precisamente para que no tengamos que responder después".
Escenario de pesadilla. El republicano Pete King, presidente del Comité de Seguridad del Senado estadounidense, comparte los temores y la urgencia de Noriega. "Tenemos el deber de prepararnos para lo peor", declaró en sede parlamentaria el pasado mes de marzo. En la misma sesión del referido comité (en la que King estimó en "centenares" el número de "soldados" de Hezbolá ya presentes en territorio estadounidense), Michael Braun, exjefe de Operaciones de la DEA, planteó el "escenario de pesadilla" de que Hezbolá y la Fuerza Quds iraní pongan el foco en la frontera de México con EE. UU.; y advirtió que quien piense que ambas organizaciones, "expertas en explotar estructuras ilegales en todo el planeta", no van a fijarse en esa zona tan caliente es que no sabe "cómo funciona el mundo real". El "escenario de pesadilla" que dibuja Braun puede convertirse en la "pesadilla definitiva" si se incluye en el elenco a los multimillonarios, potentísimos y psicopáticos carteles de la droga mexicanos. La combinación Hezbolá-Zetas puede ser absolutamente devastadora, una amenaza formidable para la seguridad nacional de EE. UU.
Actividades iraníes.
El secretario de Defensa de Obama, Leon Panetta, manfiestó el pasado abril en Colombia la "preocupación" de Washington por las actividades iraníes, especialmente las de la Guardia Revolucionaria, hermana mayor de Hezbolá, en América. En cambio, el Departamento de Estado (DE) suele quitar hierro al asunto: a su juicio, el Partido de Dios está en el Hemisferio Occidental, principalmente para lavar y recaudar dinero (de diversas actividades ilegales –entre ellas el narcotráfico– y de las comunidades libanesas). "No tenemos información creíble acerca de una presencia operativa de Hezbolá en Latinoamérica", afirmó Daniel Benjamin, coordinador de Contraterrorismo del DE, en junio de 2010. De igual opinión son expertos como Christopher Looft, de Insight Crime, vinculada a las Open Society Foundations de Soros.
Armamento atómico. Sea como fuere, y habida cuenta de la ejecutoria de Hezbolá e Irán en materia de terrorismo internacional, del empeño de Teherán por hacerse con armamento atómico y de la situación explosiva en Oriente Medio, "no es sensacionalista ni alarmista estar preocupado y responder con medidas apropiadas", arguye Noriega. Ciertamente, no pasaría nada por redoblar la vigilancia. Cierta y letalmente, de no hacerse, podría pasar de todo.
Mario Noya. Coordinador de La Ilustración Liberal, revista del diario español LIBERTAD DIGITAL.