Recientemente terminó el partido de futbol entre Costa Rica y Panamá en etapa eliminatoria para clasificar al Mundial por realizarse en Brasil en el 2014. Luego de ir perdiendo 2 a 0, el empate tiene un sabor más dulce que amargo, si le agregamos además la estupenda chilena con la que se lució Bryan Ruiz, repuntando de un desteñido desempeño en otras oportunidades. Que el empate, sin embargo, no nos induzca a error. Rescatamos un punto de los tres que pudimos y debimos ganar, puntos que esperamos no nos cuesten nuestro boleto al Mundial y más bien con optimismo, nos motiven a adoptar cambios que nos hagan mejorar.
Y es que el futbol es mucho más que un deporte. Se trata de un lenguaje universal, que trasciende el color de la piel, el credo religioso y la condición social. Tiene también la capacidad de convertir a desconocidos en amigos, y unir en una sola voz a pueblos otrora divididos. El futbol tiene la capacidad de operar también como una sociológica y pedagógica radiografía que revela tanto lo bueno como lo mejorable, y nada mejor que el pasado partido para resaltar algunas reveladoras lecciones de las cuales puede aprender el país.
Lección 1: El que perdona pierde. El temor o la timidez son pésimas consejeras. El no aprovechar el tiempo y oportunidades en un entorno altamente competitivo dificulta recuperar el terreno perdido y hace más difícil el resultar ganadores.
Lección 2: Los cambios sí pueden hacer la diferencia. El continuar haciendo lo mismo arrojará siempre los mismos resultados. No podemos seguir viviendo de las glorias del pasado o subestimar a nuestros competidores, los cambios, lejos de ser amenazas, son oportunidades para enmendar, encauzar y mejorar.
Lección 3: El éxito no se improvisa. La garra y el corazón, si bien importantes, son insuficientes y no sustituyen la visión estratégica, buena dirección, disciplina y trabajo duro, máxime en el actual entorno, en el que jugar bien no es suficiente, y es necesario ser los mejores.
Lección 4: El éxito es responsabilidad de todos. Una férrea defensa quizá asegura empates pero no goles; una buena media cancha es irrelevante sin defensa y delanteros y estos últimos difílmente concretarán el gol sin la bola en el lugar y momento precisos.
En momentos en que como país nos concentramos en la importante pero insuficiente defensa de nuestras icónicas instituciones (ej. CCSS) y de cara a importantes iniciativas de reforma, no podemos caer en la etérea expectativa de un mágico y solitario anotador (a), y es más bien la oportunidad para reflexionar sobre la irreemplazable fortaleza del trabajo en equipo.