Las universidades privadas ya lanzan sus ofertas para el curso lectivo del proximo año. En la Ulacit se apreciaba el movimiento estudiantil el pasado viernes por la noche (06-11-09). Foto: Rafael Pacheco (Rafael Pacheco)
Por primera vez, desde el 2006, la inflación esperada se metió dentro del rango meta del Banco Central para este indicador, que es entre 4% y 6% para este año.
Desde julio pasado, la inflación esperada se redujo por debajo del 6%, el valor más bajo alcanzado en seis años.
Esta situación ayuda a que el Banco Central logre su meta y con ello se benefician los consumidores, pues el indicador influye sobre gran cantidad de variables que afectan al público. Por ejemplo, los precios de los combustibles, de la educación privada, de las tasas de interés y de los salarios entre otros.
Además, tiene impacto sobre la planificación financiera de las empresas y sus presupuestos.
La inflación esperada es aquella que la gente prevé. Para medirla, el Banco Central pregunta, cada mes, a académicos, empresarios y personas del sector financiero cuál es la inflación que esperan para los próximos 12 meses. En setiembre pasado, por ejemplo, contestaron 72 personas.
Ayuda a cumplir meta. El expresidente del Banco Central, Francisco de Paula Gutiérrez, explicó que en tanto las expectativas se alineen con las metas del Banco Central, es más fácil lograr esas metas.
Detalló que si las expectativas de inflación están ancladas y hay un choque externo, por ejemplo, un aumento importante en los precios del petróleo, las personas ven el incremento que eso provoca en la inflación como un fenómeno temporal y no alteran significativamente su comportamiento.
Por el contrario, si no están ancladas, pueden empezar a modificar su comportamiento, incorporando tasas de inflación más altas en sus decisiones, lo cual dificulta el regreso de la tasa al rango meta del Banco. Por ejemplo, una persona que alquila un local, si espera una inflación más alta, podría subir más el valor del arrendamiento, o un vendedor podría ajustar más el costo de los productos que ofrece y así ambos afectan la inflación real.
Hay muchos indicadores que dependen de la inflación. Uno de ellos es el costo de la educación privada.
Albán Bonilla, director ejecutivo de la Unión Nacional de Rectores, que agrupa a las universidades privadas, explicó que en los ajustes en los costos de matrícula y cursos que aprueba el Consejo Nacional de Enseñanza Superior Universitaria Privada (Conesup) se considera la inflación con base en el índice de precios al consumidor y no con base al índice de precios de la educación el cual, generalmente, es más alto que el primero.
En las empresas. En las empresas, la inflación también es un factor de peso en las decisiones.
“La inflación esperada es un factor que normalmente consideran los gerentes financieros en su planificación financiera y en sus presupuestos. Tiene varias implicaciones y puede afectar a la empresa en aspectos como: políticas de precios de productos y servicios y en los ajustes que tienen que realizarse y en costos de venta y gastos, tanto internos como externos, de la empresa”, comentó Esteban Batallas, gerente de Asesoría Financiera de Deloitte.
Añadió que muchos bienes y servicios del sector público están expuestos directamente a ajustes por inflación (combustibles, energía, ajustes de salarios, por ejemplo) y en muchas empresas estos factores inciden de forma importante en sus márgenes.
Jaime Molina, presidente de la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (Uccaep), añadió que un indicador de inflación bajo facilita la realización de contratos a largo plazo, en particular, los planes de gasto e inversión de las firmas.