Esta es la historia que generalmente no está escrita en los libros “oficiales”, pero que se encuentra tatuada en cada palabra, cada recuerdo, cada tradición, cada platillo, cada canción, y especialmente, en el corazón de los pueblos.
En su obra Memorias de pueblo: arquitectura y patrimonio vivo costarricense, el periodista Rándall Zúñiga desgrana la identidad de siete comunidades del país –una por provincia– desde las anécdotas, sus personajes, los detalles de su arquitectura y el colorido de sus costumbres, transmitidas de generación en generación.
El libro invita a explorar los rincones de San Isidro de Coronado, (San José), Nicoya (Guanacaste), Turrialba (Cartago), Santo Domingo (Heredia), Yorkín de Talamanca (Limón), Ciudad Quesada (Alajuela) y Puerto Jiménez de Osa (Puntarenas) de la mano de sus protagonistas y de sus tesoros arquitectónicos. La obra compila reportajes sobre la herencia arquitectónica y cultural publicados en la revista Su Casa entre el 2010 y el 2012, así como 150 imágenes realizadas por los fotógrafos Rodrigo Montoya, Jorge Navarro, Rónald Pérez y Osvaldo Quesada.
“Cada texto parte de la historia del lugar y de los hitos o conjuntos arquitectónicos característicos de la zona, enlazándolos con múltiples aristas del patrimonio popular, como el idioma, la música, la literatura o la comida”, dijo Zúñiga.
El autor – quien también es cronista y poeta– declaró que cada reportaje muestra los vínculos entre la arquitectura, los oficios y necesidades de la población, y las condiciones geográficas, históricas económicas y climáticas de cada lugar. “Muchas veces, el valor de un edificio está más en su significado para la comunidad que en sus características arquitectónicas”, añadió.
La investigación se fundamenta en fuentes primarias como libros y otros documentos académicos; sin embargo, Zúñiga le dio especial importancia a la tradición oral.
“Hay mucha información valiosa en las voces de las personas que han vivido en esos lugares. Si esas historias no se registran de algún modo, se pierden”, dijo.
Así, la costurera Elsa Azofeifa escarba en el baúl de los recuerdos de su infancia para conversar por interminables horas sobre la vida sencilla y tranquila entre los cafetales de su Santo Domingo natal, mientras que la guitarra de Max Goldenberg, en Nicoya, nos recuerda que la música también es patrimonio.
El libro Memorias de pueblo se presentará este miércoles 4 de setiembre, a las 10 a. m., en el Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos (CFIA), en Curridabat. La actividad estará amenizada por el músico nicoyano Max Goldenberg. El libro fue patrocinado por el CFIA y el estudio Zürcher Arquitectos. Estará la venta en las instalaciones de dicho colegio y también se les obsequiará a quienes se suscriban a la revista Su Casa .