“Fue un error administrativo”, dijo ayer en conferencia de prensa la diputada Viviana Martín al justificar por qué congelaron hasta el lunes el proyecto de ley que les aumentará el salario a los diputados.
Eran las 6:37 p. m. El rostro de Martín, jefa de fracción del oficialista Partido Liberación Nacional (PLN), denotaba cansancio.
Martín explicó que frenaron el proyecto porque se percataron de que no había sido publicado en el diario oficial
La posibilidad era real porque, cuatro horas antes de tomar esta decisión, el diputado Juan Carlos Mendoza, jefe del Partido Acción Ciudadana (PAC), había anunciado que su bancada enviaría el plan a consulta ante la Sala IV.
A la par de Martín estaban los jefes del Movimiento Libertario, el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), el Partido Accesibilidad sin Exclusión (PASE), y los cristianos de Restauración Nacional y Renovación Costarricense.
La conferencia tuvo lugar en el Salón de Expresidentes de la República, y los legisladores querían hablar de la aprobación en primer debate del aumento en el PIB para educación. Por eso dejaron que los jefes del PAC y del Frente Amplio se sentaran junto a ellos.
Pero el tema del aumento de salario era ineludible. Era imposible ocultar el hecho de que había sido una jornada llena de teatralidad legislativa, en la que el ventanal de la barra de público había perdido su transparencia para dar paso a decenas de rótulos que les reclamaban a los diputados su intención de aumentarse el salario a ¢4,5 millones mensuales. Actualmente ganan ¢2,5 millones al mes.
Cómo se iba a ocultar el hecho de que, a las 4:36 p. m., los 11 diputados de la bancada del PAC empezaron a pasarse un carrucho de cinta adhesiva de mano en mano y, acto seguido, se taparon la boca a manera de mordaza.
Los legisladores rojiamarillos desfilaron por el pasillo del fondo del plenario y salieron al encuentro de los periodistas para reclamar que el trámite rápido al proyecto de ley les impedía hablar. Adentro, en el plenario, los diputados a favor de aumentarse el sueldo (del cual aún no cobran ni el primer mes) murmuraban cosas que difícilmente se publicarán algún día.
Pero esto había pasado ya. Eran las 6:43 p. m. y las seis bancadas que impulsan el aumento salarial hablaban de por qué frenaron el plan, a pesar de que, tan solo unas horas antes, ellos mismos habían aprobado darle un trámite rápido para aprobarlo en tres sesiones.
A las 6:45 p. m., Martín seguía hablando de por qué seguirán adelante con el proyecto de ley, y de que reducirán los gastos en el Congreso para que el aumento no implique un mayor presupuesto.
Agregó que los gastos por el aumento se calculan en ¢900 millones, pero esto es un cálculo que no es definitivo, porque, según dijo, “hay diputados que renunciarán al aumento”, aunque a estas alturas no sepan de dónde sacar los recursos, y el ministro de Hacienda, Fernando Herrero, insista en que esto es un tema “del Congreso”.
Danilo Cubero, jefe del Movimiento Libertario, expresó que el apoyo “sigue igual”, y que aquí “no se obliga a nadie a votar”.
Era la primera vez en el día que los jefes hablaban del tema, a excepción del coordinador del PASE, Víctor Emilio Granados, que había dado la cara por su compañera, Rita Chaves, quien había decidido votar en contra del plan.
El aumento no cuenta con la popularidad deseada, dijo Granados, quien sudaba al dar declaraciones. Pero eso había sido temprano. A las 6:50 p. m., mientras Martín hablaba, los diputados se iban uno a uno a su casa, y, aunque no aprobaron su aumento salarial, aprobaron uno para el presupuesto de educación