El primer trimestre del 2012 ha sido bueno para la diplomacia costarricense. Aprovechando la presidencia pro témpore del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), el Gobierno logró encadenar las visitas a nuestro país de los presidentes de México y próximamente de Estados Unidos para dialogar con los presidentes de la región. Aunque estas visitas no producirán grandes resultados, nos colocan como interlocutor privilegiado con estas potencias a la hora de tratar los temas que interesan a Centroamérica.
Se logró que vuelvan su mirada a Centroamérica y expandan su agenda más allá de la “guerra a las drogas”. De paso, Costa Rica rompió el autoaislamiento al que se había sometido dentro de la región como resultado de su manejo del conflicto bilateral con Nicaragua. Hasta tendremos el honor de recibir al presidente Ortega, a quien ninguna gracia le habrá hecho venir aquí a reunirse con Obama o quedarse fuera de la foto. La Cancillería vio la oportunidad de modificar la situación en el terreno y actuó. Si todo termina como previsto, el país habrá tomado la iniciativa en los esfuerzos para sentar a las potencias extrarregionales a dialogar sobre temas como el apoyo a acciones regionales de desarrollo. Como no hay pelo sin sangre, Costa Rica punteará temas de su propio interés, por ejemplo, abrir el tubo de la cooperación bilateral para asuntos como ambiente y energía.
Por mucho, sin embargo, el éxito más importante fue la aprobación del Tratado sobre el Comercio de Armas por parte de la Asamblea de las Naciones Unidas la semana pasada. Por primera vez habrá regulaciones al comercio internacional de armas y se introducen estándares de derechos humanos en la materia. Esta iniciativa fue originalmente propuesta por el expresidente Arias hace unos quince años y retomada activamente durante su gobierno. Costa Rica logró enrolar a un grupo de países, incluido el Reino Unido, para pastorear el tema hasta el final y juntos sortearon los recelos y la oposición de muchos. Un éxito mundial para un pequeño país que logró colocar una de sus prioridades como parte del derecho internacional. Ahora se inicia el proceso de ratificación hasta que los congresos de al menos 50 países lo aprueben, requisito para que entre en vigencia.
Quizá por estar saliendo de las vacaciones de Semana Santa, por las derrotas del Saprissa o por nuestra proverbial reverencia al ombligo, la noticia generó algunos editoriales y artículos de opinión, pero nada más. Cualquier cuita comparado a los ríos de tinta que ya ha derramado el miche (que no debate) sobre la concesión de la carretera a San Ramón. Tengamos pausa para reconocer y agradecer.