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Enfoque

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Nunca pasa, pero pasa: no logré decidirme entre dos temas y, ni modo, esta columna trata ambos. Son asuntos insoslayables, uno en Venezuela y otro aquí, el país más feliz del mundo. Empiezo por Venezuela, donde se ha precipitado una crisis con implicaciones internacionales. La crisis nuestra, como cabía esperar, es chiquitica: el gallinero cocinándose en su salsa. Aun así, inquietante.








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