Como he comentado en repetidas ocasiones, a lo largo de estos años, la confusión ha sido el común denominador de la política nacional y de las tareas legislativas. La reciente encuesta de Unimer para La Nación, referente a la percepción de los ciudadanos, lo revela con precisión.
¿Es justa esta apreciación? Como simple percepción, es justa. Y, como tal, no queda desvalorizada, pese a su propia subjetividad y aun al desconocimiento de la gente sobre asuntos que no domina o sobre términos de comparación inconsistentes. El problema es que las personas actúan, toman decisiones y emiten juicios con base en estas percepciones. En esta materia, por lo tanto, tan variable, entra de lleno el factor educativo y con él la capacidad crítica y ética de la gente, esto es, el conocimiento de los hechos y su recta valoración. Las solas percepciones nos pueden llevar por mal camino.
En este marco debe actuar el sistema democrático. Valga como ejemplo el reportaje de La Nación del sábado pasado sobre la capacidad que los ciudadanos encuestados perciben, hoy, en los partidos políticos para gobernar a partir del proceso electoral del 2014. La sola pregunta es compleja por tratarse de una opinión sobre el futuro a partir de los elementos de juicio percibidos hoy. Ahí están los datos estadísticos como preaviso hacia el futuro, mas la mejor conclusión son los resultados concretos de la acción política de los partidos o de los diputados. Es el desempeño o los resultados los que, en última instancia, moverán a los votantes o, al menos, al núcleo que definirá el curso de una elección, salvo en el caso de la elección presidencial donde la personalidad del candidato tiene un peso determinante.
Según la encuesta comentada, “para 6 de cada 10 ciudadanos no hay en el país ningún partido político con capacidad para gobernar en el 2014. Más bien, la mayoría de la gente siente a las agrupaciones actuales como algo muy lejano o desconocido”. Aunque el juicio de la gente difiere en relación con cada partido, desde el PLN (un 15% de satisfacción) hasta el descalabro tradicional del Frente Amplio, pese a ser el partido más bullicioso, la opinión general no deja de ser preocupante para nuestra democracia y para el propio desarrollo del país.
Conclusión de la encuesta: “La satisfacción de los habitantes con los aportes hechos por los partidos a favor del país es ínfima”. Pierden el tiempo, pues, los partidos dedicados a las escaramuzas políticas. El veneno lo llevan dentro, y así será hasta el día de las elecciones, mientras no convenzan a la gente por sus resultados concretos y constantes. ¿Cómo no entienden una lección tan simple?